La coproducción británico-canadiense es una original ficción en la que este curioso tándem se enfrenta a misteriosos crímenes que escapan a la lógica. El mago y escapista Harry Houdini (Michael Weston) defiende la idea de que detrás de cada hecho inexplicable siempre hay un truco, rebatiendo así las creencias del escritor inglés Arthur Conan Doyle (Stephen Mangan), obsesionado con la magia y los poderes sobrenaturales.

Esta trama dramática traslada a la televisión las vivencias del maestro de la ilusión y del novelista que dio vida al detective más célebre de todos los tiempos: Sherlock Holmes. Stephen Mangan y Michael Weston ponen cara a los protagonistas de la serie inspirada en el encuentro real entre Houdini y Doyle.

Una alianza de genios unidos por una curiosa relación de amistad no exenta de rivalidad.

Y es que, por paradójico que parezca, mientras el escapista defiende la idea de que detrás de cada hecho inexplicable siempre hay un truco; Doyle señala a los fenómenos paranormales.

PRIMEROS EPISODIOS Y SUS ENIGMAS

En el primer episodio de estreno, una monja ha sido brutalmente asesinada en la lavandería de Las Magdalenas. El caso se complica aún más cuando el único testigo afirma que la culpable fue Maggie, una joven fallecida hace seis meses.

Este extraño crimen llamará la atención de Houdini y Doyle y será el punto de partida de sus investigaciones en torno a crímenes llenos de misterio. En el siguiente episodio de la noche, un nuevo crimen ocurre en la ciudad: esta vez será una sufragista la víctima de un cruel homicidio que dejará como sospechoso a un joven reencarnado.

A lo largo de los diez episodios que componen la temporada, Houdini y Doyle colaboran con la policía de Scotland Yard para resolver los casos de índole aparentemente sobrenatural que tienen lugar en Londres.

Pronto se dan cuenta de que las diferentes interpretaciones de las pistas que encuentran en su camino suponen un enfrentamiento ideológico entre ambos: el fervoroso de los poderes sobrenaturales y el escéptico que persiste en demostrar que los culpables son realmente unos auténticos profesionales del engaño y el artificio.