Efectivos del Grupo de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil, con el apoyo de un robot submarino, rastrean el pantano de Tentudía en un nuevo operativo de búsqueda de Manuela Chavero, la vecina de Monesterio (Badajoz) desaparecida hace ya siete meses.
El apoyo técnico y logístico del robot submarino en un pantano como el de Tentudía, con cieno en su lecho, es clave en esta búsqueda subacuática, en la que participan Grupos GEAS de Badajoz y Sevilla.
Una de las tres embarcaciones que trabajan en este operativo lleva a bordo el sistema de visualización de las imágenes que capta el robot, las cuales son seguidas y analizadas por los especialistas de los GEAS.
Junto al robot, los buceadores rastrean el pantano siguiendo el plan diseñado de "búsqueda progresiva" con el fin de "no dejarse nada", han informado fuentes del instituto armado.
El objetivo, según han agregado, es "descartar o confirmar" pruebas e indicios que pudieran estar relacionados con Manuela Chavero, por lo que los efectivos de los GEAS no se han dado un plazo máximo de tiempo para acometer este rastreo.
La incorporación del robot a estas labores de búsqueda permite alcanzar los 30 metros de profundidad, si bien su eficacia está condicionada a la visibilidad que ofrezca el agua, especialmente por el cieno que se acumula en el lecho del pantano.
Los especialistas comprobaron si la profundidad del pantano ha cambiado desde el último rastreo -que se llevó a cabo el pasado mes de noviembre-, las condiciones de visibilidad o cómo están las orillas.
Sin rastro
Este operativo se produce casi tres semanas después de que agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) intervinieran tres vehículos, propiedad de al menos una familia, en el municipio pacense donde residía Manuela Chavero.
Dichos vehículos están siendo analizados por la UCO en busca de posibles pistas que determinen alguna presunta relación con la desaparición de Manuela o, por el contrario, la desestimen.
Manuela, de 42 años, madre de dos hijos y en trámites de separación, desapareció de su domicilio sin dejar rastro.
Nada estaba forzado; sobre su cama estaban los pantalones que había llevado el día anterior, la luz del salón y de la cocina estaban encendidas, al igual que la televisión, y su cartera y su teléfono móvil estaban allí, con una última conexión a las 01:55 horas del 5 de julio de 2016.
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