Mago moderno, genio del escapismo e ilusionista sin precedentes. Erich Weisz, popularmente conocido por su nombre profesional, Harry Houdini, se convirtió en una de las figuras más emblemáticas y rocambolescas del pasado siglo. Más de ochenta años después de su muerte, Fundación Telefónica presenta en Madrid Houdini, las leyes del asombro, una muestra que recorre la historia de la magia moderna y su evolución a lo largo de los siglos.

La vida del mago siempre ha estado rodeada de un halo de misterio, desde sus comienzos como vendedor de periódicos y lustrador de zapatos –la historia de un triunfo no podría haber tenido un comienzo sin este cliché- hasta las razones de su muerte, sobre las que se especuló durante años diciendo que murió realizando el truco de la celda de tortura acuática. Houdini supo construir tan bien su figura pública e innovar que su influencia ha llegado hasta nuestros días.

Weisz nació en Budapest, por aquel entonces parte Imperio Austrohúngaro, en 1874. Durante la infancia, él y sus amigos se sintieron maravillados ante las infinitas posibilidades que brindaba la magia, lo que los movió, con tan solo nueve años, a formar un circo clandestino en el que el joven Houdini actuaría por primera vez como contorsionista y trapecista.

El pequeño Erich se sintió maravillado tras leer las memorias de Jean Eugène Robert-Houdin, el padre de la magia moderna, y decidió orientar su vida a este ámbito. Desde entonces Weisz tomó el apellido de Houdin como suyo, una simbiosis mentor-discípulo que tendría como consecuencia un cambio radical en la manera de ver e interpretar la magia: Houdini conseguiría que pasara de ser una rareza de barracas de feria a convertirse en un espectáculo de masas.

El mago supo combinar las estrategias comunicativas de la época –la prensa, la radio y el cine– para atraer la atención de los medios y proyectar tanto su figura como sus números de magia. Fue el primero en conseguir escapar de una camisa de fuerza, su espectáculo más insigne, de la que llegó a zafarse estando colgado boca abajo de un rascacielos. También era capaz de forzar cualquier cerradura, ya fuera de unas esposas o de una cárcel de máxima seguridad.

Con razón el comisario de la exposición de Fundación Telefónica bromeaba diciendo que si Houdini viviese, buscaría librarse de Guantánamo. El escapista siempre buscaba superarse a sí mismo, lo que lo llevó a perfeccionar su técnica e ir siempre más allá.

La prensa lo siguió en toda su trayectoria profesional e inmortalizó cientos de sus números. Son célebres aquellas imágenes en las que Houdini, vestido solo con su ropa interior, aparecía escapando de una cárcel en la portada de un periódico. Mostrarse en estas condiciones en un medio de comunicación de masas era una auténtica provocación que rozaba, según algunos, lo erótico.

"El ámbito de la magia era muy popular, así que Houdini tenía muchos rivales", recuerda María Santoyo, comisaria de la exposición de la Fundación. "Los magos no tenían manera de patentar sus trucos y se imitaban unos a otros". Ante tal situación, Houdini luchó contra sus rivales, desacreditándolos públicamente y acudiendo a sus espectáculos para desbaratarlos. Su única admiración conocida era la que profesaba al ilusionista Harry Kellar, quien consiguió hacer levitar a una joven en el escenario.

"Él inventó la disciplina del escapismo, la creó a su medida. Empezó como cartomago, haciendo magia de cerca, pero no era muy destacado en ese ámbito", confiesa Santoyo. "Luego hizo trucos de ilusionismo, como aquel en el que hizo desaparecer a un elefante, que se hizo muy famoso. Pero sobre todo Houdini era un escapista capaz de crear una tensión cinematográfica en sus shows".

Actualmente pocos magos tienen la misma repercusión mediática que tuvo Houdini en su momento. El ilusionista David Copperfield, quizás, es de los pocos que pueden equiparar la fama del escapista. "Personas que hagan sus trucos no hay muchas", recuerda la comisaria. "En España, por ejemplo, solo lo hacen la Maga Inés y un hombre en Galicia que que practica el truco de la celda de tortura acuática", un número muy peligroso.

La exposición cuenta con reproducciones de carteles de época, artilugios de magia, réplicas de camisas de fuerza que utilizaba Houdini en sus espectáculos y otras propuestas visuales que acercan al público la figura del mago. "Nos interesaba presentar cómo ese personaje de alguna forma representa una época, interactúa con ella y genera contenidos", cuenta Santoyo.

Desde el 10 de febrero hasta el 28 de mayo el público tendrá oportunidad de conocer Houdini, las leyes del asombro, una exposición dividida en seis partes: