René Magritte y las respuestas aletorias a cualquier 'problema'

  • Últimas semanas en cartel de la gran exposición 'René Magritte: la traición de las imágenes', con un centenar de obras del más racional de los surrealistas.
  • La muestra se centra en el abandono del pintor belga, en 1932, del automatismo subconsciente y el inicio de su iconoclasta serie de 'encuentros casuales'.
  • Enemigo de dar explicaciones o hablar sobre su arte, desfamiliarizó lo familiar y cuestionó la precisión del lenguaje y de la representación visual.
'El doble secreto', reflexión de Magritte sobre la identidad, la sombra y el doble
'El doble secreto', reflexión de Magritte sobre la identidad, la sombra y el doble
© Coll. Centre Pompidou, Musée national d’art moderne / Photo : Georges Meguerditchian © ADAGP, Paris 2016
'El doble secreto', reflexión de Magritte sobre la identidad, la sombra y el doble

Hombre de aparente brusquedad —"detesto las artes decorativas, el folclore, los anuncios, las voces comunicando anuncios, el aerodinamismo, los boy scouts, el olor a naftalina, los acontecimientos del momento y la gente borracha", afirmaba en una de sus muy escasas declaraciones—, el artista belga René Magritte (1898-1967) era un tímido profundo en lo externo y un dinamitero cuando pintaba.

Llega a la recta final la excelente exposición René Magritte: La trahison des images (René Magritte: la traición de las imágenes), que el Centro Pompidou de París organiza hasta el 23 de enero como primera muestra del programa de celebración de los 40 años de la fundación del complejo cultural y artístico. Es una de las antologías más gozosas nunca organizadas sobre el maestro y está centrada en su producción a partir de 1932, cuando abandonó el automatismo subconsciente del surrealismo, para dedicarse, como decía, a "resolver problemas" con respuestas aleatorias.

Con una serie iconoclasta de "encuentros casuales" —todo empezó con una máquina de coser y una sombrilla, un tema que tomó prestado de una foto de Man Ray—, Magritte se enfrentó la filosofía del único modo posible para un artista convencido de que era necesario poner en evidencia la complacencia del arte con la ridiculez burguesa: desfamiliarizando lo familiar y provocando que "los objetos corrientes gritaran a pleno pulmón" para derrocar al racionalismo opresivo.

Aunque se mantuvo fiel a la provocación, la repetición de motivos, el desafío a la razón, el cuestionamiento del lenguaje y la representación visual, a partir de los años treinta dejó que entrara en juego la transformación de los objetos, creando situaciones en las cuales el significado entraba en crisis. Se valía del aislamiento para subvertir las funciones originales de las cosas, de la modificación para otorgarles propiedades que no tienen, cambiaba su escala habitual…

Buscando una 'nueva retórica'

La trahison des images indaga en el encuentro de Magritte con la filosofía —deseaba buscar una "nueva retórica" y se empapó de la obra de quien sería su gran amigo, Michel Foucault, para lanzarse al complejo juego de miradas, ocultamientos y apariciones de toda representación artística—. El cuadro Les affinités électives (1932), que muestra un huevo encerrado en una jaula, fue el punto de inflexión.

A partir de entonces dejó de lado el automatismo e intentó usar las pinturas como medio para resolver lo que llamaba "problemas". Aunque manteniendo la aleatoriedad de lo casual, desarrolló un método "incansablemente lógico que buscaba soluciones" a los problemas de las mujeres, las sillas, los zapatos, la lluvia..., incluyendo en su estilo un giro de "razonamiento" particular e imprevisible pero dotado de discurso.

Cambió poetas por pensadores

En el centenar de obras de la antología están presentes los grandes motivos del artista belga —cortinas, sombras, palabras, llamas, cuerpos parcialmente despedazados...— que el artista arregló y reordenó una vez y otra. La exposición empareja las obras con el desafío filosófico de cada una. Si en el pasado sus interlocutores habían sido los poetas, ahora deseaba ofrecer su respuesta a los pensadores de su época y del pasado.

La ambición de Magritte era que su arte lograra ser reconocido como "una forma lograda de expresión del mundo interior" y no tema enfrentarse de continuo a la "problemática relación de las imágenes con la realidad y la verdad", dice el comisario de la muestra Didier Ottinger.

"La pintura de Magritte, con la elección de un vocabulario iconográfico restringido (...) y a través de las múltiples escenificaciones (...) se asemeja a una negación sistemática de los cuestionamientos, de los anatemas con que la filosofía ha podido avasallar a la pintura", añade.

Hibridación

La muestra, que será montada, del 10 de febrero al 5 de junio, en la Schirn Kunsthalle de Fráncfort (Alemania), contiene, entre otras obras maestras, Le double secret (1927), Le viol (1945) y Le modèle rouge (1935). Esta última, unos pies humanos que, en un ejercicio de hibridación, se convierten en zapatos, era una de las favoritas del artista. "El problema de los zapatos demuestra cómo lo más primitivo pasa a aceptarse a base del hábito", dijo Magritte sobre el cuadro.

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