La calle Jardines ejemplifica a la perfección qué ocurre cuando prevalecen los intereses políticos y económicos de las administraciones a los del bien común de la ciudad y de sus ciudadanos.

Durante los últimos años, el barrido Santiago se ha consolidado urbanísticamente a través de la construcción de nuevas viviendas en un eje longitudinal marcado por el trazado del ferrocarril.

Las viviendas de Parque Europa y las nuevas manzanas en los entornos de la calle Isaac Peral (calles General San Martín, Matías Nieto Serrano, Pedro Aguado Bleye...) han acogido a centenares de familias que han comprado allí sus viviendas

Este crecimiento se tradujo también en un aumento del tráfico rodado que se dejó notar en las únicas dos vías que dan acceso al centro desde el sur de la ciudad: la avenida de Madrid y la avenida de San Telmo.

Los vecinos reaccionan

Los vecinos, conscientes del problema de tráfico que se estaba creando, propusieron al Ayuntamiento la construcción de un vial paralelo a los anteriores y que comunicara la entrada sur con el parque del Salón, a fin de aliviar la densidad del tráfico y facilitar a los vecinos de los barrios del Campo de la Juventud, Santiago y avenida de Madrid su acceso al centro de la ciudad.La solución era tan sencilla como

Es un erial en el que no se ha construido absolutamente nada y para el que tampoco hay nada previsto, excepto una posible especulación urbanística de cara a la llegada del soterramiento.

El Ayuntamiento (PSOE) se dirigió al Palacio Provincial (PP) para pedir la cesión del terreno necesario para construir el vial y la respuesta de su presidente, Enrique Martín, fue rotunda: no hay cesión si quieren el terreno paguen los 37 millones de euros que vale.

Eso ocurrió hace más de un año y, desde entonces, las posturas no se han movido un ápice. La Asociación de Vecinos del barrio Santiago ha llamado a una y otra puerta para lograr un entendimiento pero el Ayuntamiento asegura que no puede pagar más de 6.150 millones de pesetas para construir 200 metros de calle. Por su parte, la Diputación se obceca en no rebajar el precio del solar.

Ayer, Ángeles, una vecina de la zona, no se mordía la lengua: "Es una vergüenza que aquellos a quienes hemos votado para que nos representen miren más por sus intereses que por el de la ciudad". Razón no le falta.

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