Hay veces en las que un trámite burocrático se atasca y hay que tomar medidas drásticas, sobre todo si enfrente está la oposición del juez Antonio Martín Ferradal, que prohibió a una niña murciana llamarse Julieta.

Fernando de Palma Egea-Millán, jubilado murciano de 68 años, lleva desde 2003 luchando para que se reconozca oficialmente su nombre hasta que, recurriendo a Madrid, lo ha conseguido.

Nació como Francisco de Palma en 1940. Pasó su juventud en Francia y como allí le llamaban François, no le sonaba mal. Pero al volver a España no quiso que le llamaran Paco y, tras descubrir que hubo fernandos en su familia, empezó a usarlo.

En 2003 presentó en el Registro Civil de Murcia su petición de cambio de nombre. Pero se topó con el juez único del registro, Antonio Martín Ferradal, que según Fernando, se ha opuesto al cambio durante este tiempo porque no consideraba probado que la gente le llamara Fernando: «Llamó como testigos a mis siete hijos, y algunos estaban en el extranjero». El año pasado desestimó la propuesta y, al conocer en 20 minutos el caso de Julieta, se dirigió a la Dirección General del Registro Civil, que autorizó el cambio.

Ahora, con su nuevo DNI en la mano, aconseja a los que quieran cambiar de nombre "que no pierdan el tiempo y que vayan directos a Madrid".