Condenado a 17 años de prisión por matar a un cura al que culpaba de sus problemas

  • El acusado, de 53 años, le asestó a la víctima nueve cuchilladas en el portal del edificio donde vivía.
  • Acusaba al vicario de provocar las malas relaciones entre él y los hijos de su pareja, que era sobrina del cura.
  • El hombre reconoció los hechos ante el jurado popular que lo enjuició.
El hombre acusado de matar al vicario de San Isidoro de Sevilla, a su llegada a los juzgados.
El hombre acusado de matar al vicario de San Isidoro de Sevilla, a su llegada a los juzgados.
EUROPA PRESS/ARCHIVO
El hombre acusado de matar al vicario de San Isidoro de Sevilla, a su llegada a los juzgados.

La Audiencia de Sevilla ha condenado a 17 años y seis meses de prisión a José Eugenio Alcarazo Fernández por un delito de asesinato cometido contra un sacerdote, de 75 años y vicario de la parroquia de San Isidoro, que era tío de su mujer y al que culpaba de sus problemas familiares.

En una sentencia notificada este miércoles, a la que ha tenido acceso Efe, la sección séptima de la Audiencia condena al acusado, de 53 años, a pagar las costas y a indemnizar con 184.000 euros a los familiares de la víctima, cinco sobrinos, a los que no podrá acercarse a menos de 200 metros de ellos ni comunicarse por ningún medio.

El fallo judicial aprecia la atenuante analógica de anomalía psíquica del acusado, que reconoció los hechos en un juicio con jurado, cuyos nueve componentes lo declararon culpable por unanimidad.

En los hechos probados, la sentencia recuerda que el jurado consideró que sobre las 20.00 horas del 16 de julio de 2015 el acusado abordó al sacerdote, Antonio Carlos Martínez Pérez, cuando entraba en el portal de su domicilio, en la calle Francisco Carrión Mejías, de Sevilla.

Con ánimo de acabar con su vida le asestó nueve cuchilladas, varias de las cuales penetraron en el tórax y abdomen y una, en concreto, alcanzó el corazón, causando así la muerte casi inmediata del cura, según los hechos probados.

Sin posibilidad de salvarse

El acusado se aseguró la realización de su propósito mortal y evitó cualquier posibilidad de huida o defensa de la víctima, que estaba desarmada y desprevenida, al atacarle de forma súbita y sorpresiva con un arma blanca.

"El agresor se acercó a él desde atrás en el reducido espacio del portal, le tocó en el hombro o llamó de otro modo su atención para que se volviera, y cuando lo hizo comenzó de inmediato a apuñalarle, a sabiendas de que en esas condiciones el atacado no tenía ninguna posibilidad de salvarse", según dijo el jurado y recoge la sentencia.

El acusado cometió el asesinato en un episodio de disminución ligera o moderada de la capacidad de control de sus actos provocado por la patología psíquica denominada "trastorno de adaptación" que padecía, explica la sentencia. Ese trastorno se desencadenó a raíz de la crisis de su matrimonio, causada a su vez por las conflictivas relaciones que mantenía con los hijos de su esposa, situaciones ambas de las que el acusado culpaba al cura, señala la Audiencia.

"En virtud de su edad y de su condición sacerdotal, don Carlos ejercía un papel de referencia y autoridad sobre sus sobrinos superior al que por lo general corresponde a un tío", explica la sentencia. A consecuencia de su muerte violenta, sus sobrinos han experimentado en distinta medida reacciones de aflicción, tristeza y temor, que en el caso de dos de ellos son próximas al trastorno de adaptación.

En el caso de la mujer del condenado, el padecimiento es "de especial intensidad, al ser su marido el autor de la muerte y haber sido su problemática matrimonial el desencadenante de los hechos", concluye la resolución judicial.

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