Cuando la imaginería politeista de Oceanía y África caló en Europa como arte preexpresionista

  • 'Dioses foráneos: la fascinación por África y Oceanía' muestra cómo el arte ritual primitivo golpeó con su originalidad a las vanguardias europeas.
  • Los expresionistas alemanes se inspiraron en obras tribales y Picasso llegó a afirmar que no había creación tan sublime como las máscaras africanas.
  • Una exposición, en el Museo Lepold de Viena, yuxtapone una rica colección de piezas ancestrales con obras occidentales que buscan la misma autenticidad.
En ambos extremos del mosaico, dos máscaras de Costa de Marfil: a la izquierda, una del pueblo Baule. La otra es de la tribu Guro. Entre ellas un boceto de Modigliani de 1918 —segundo por la izquierda— y una acuarela de Picasso de 1907
En ambos extremos del mosaico, dos máscaras de Costa de Marfil: a la izquierda, una del pueblo Baule. La otra es de la tribu Guro. Entre ellas un boceto de Modigliani de 1918 —segundo por la izquierda— y una acuarela de Picasso de 1907
Leopold Museum Viena. Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid © Succession Picasso/Bildrecht, Wien, 2016. Sammlung E.W.K., Bern/Davos. Photo: Courtesy Galerie Kornfeld, Bern
En ambos extremos del mosaico, dos máscaras de Costa de Marfil: a la izquierda, una del pueblo Baule. La otra es de la tribu Guro. Entre ellas un boceto de Modigliani de 1918 —segundo por la izquierda— y una acuarela de Picasso de 1907

Extrapolable a cualquier época, el gran fundamento del expresionismo —la deformación de la realidad para expresar de forma subjetiva los sentimientos— puede encontrar sus primeras manifestaciones en el arte ritual de los pueblos primitivos. Aunque fue el dadaísmo fue la primera vanguardia en impulsar lo étnico, todos los movimientos de vanguardia europeos de comienzos del siglo XX encontraron una sencillez perturbadora en el arte primitivo de los pueblos politeístas de África y Oceanía, cuyo estilo es una especie de "preexpresionismo" pero sin canon ni enunciados.

Fremde Götter: Faszination Afrika und Ozeanien (Dioses foráneos: la fascinación por África y Oceanía) permite comprobar mediante la visión simultánea hasta que punto caló entre los movimientos más radicales de la creación plástica de Europa la originalidad del arte ancestral y casi siempre de matiz religioso de la imaginería de los nativos de tribus que entonces eran lejanas y prácticamente desconocidas. La exposición, hasta el 9 de enero de 1917, puede verse en el Museo Leopold de Viena.

Un Picasso primitivista

La pinacoteca, cuyo fundador Rudof Leopold (1925-2010), un médico y coleccionista de arte, sentía gran debilidad por la imaginería de los nativos africanos y de Oceanía, permite la contemplación de unas 200 obras de este conjunto, colocadas al lado o frente a cuadros del siglo XX, como el bellísimo y primitivista Woman with Folded Hands, un óleo de 1907 de Picasso, quien llegó a decir que no existían creaciones tan sublimes como las máscaras africanas, o Three Gods (1923), de Léger, una obra preparatoria para la escenografía de una obra de teatro.

También se exhiben otros homenajes más descarados, como The Feast of the Gods (1948), una interpretación surreal de Max Ernst sobre una ceremonia pagana; y Still Life with Negro Statues, donde el expresionista Max Pechstein —uno de los pocos artistas de Alemania que viajó en persona a los Mares del Sur, donde residió una larga temporada—, muestra una composición de un grupo de estatuillas oceánicas mostradas con potentes brochazos y tonos chispeantes.

'Refugios exóticos'

Los organizadores señalan que los expresionistas alemanes no sólo buscaban una transformación del arte, sino una reforma integral de la vida. Buscaron inspirarción con frecuencia en los museos etnológicos para acercarse a los "refugios exóticos" en los que habitaban los autores de aquellas sorprendentes máscaras y figuras, pero en su "búsqueda de aboriginalidad artística" pasaron a menudo por alto que los objetos de "arte tribal" no son ejemplos de arte instantáneo, sino que están basados en "principios de diseño muy estrictos" relacionados con cultos politeistas.

En el catálogo de la exposición, el crítico de arte Hans-Peter Wipplinger, enuncia un pregunta central: ¿cómo se comportaron los artistas europeos frente al arte aborigen?. Para el especialista se movieron con sentimientos que combinan el "entusiasmo" con la "empatía", pero hicieron uso de las obras primitivas con un ánimo al que podría aplicarse la figura legal de la "apropiación indebida".

Aún así y pese a las "incongruencias" estéticas, Wipplinger destaca que el encuentro entre culturas tan distintas y alejadas una de las otras fue de una "gran potencia expresiva", pero no gracias a los europeos, sino a los aborígenes, que obligaron a los vanguardistas del viejo continente a "reinventarse".

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