Un nicho anónimo, sin lápida ni flores. En estas condiciones tan humildes, está enterrada María Pagès. Fue después de su muerte, a los 85 años, viuda y sin hijos, cuando se descubrió que era una mujer millonaria.
En su cuenta corriente, más de un millón de euros y una veintena de propiedades en su haber. Lo ha dejado todo a dos fundaciones religiosas.
María tomó esa decisión hace mas de cincuenta años. Al casarse, puso a la iglesia como heredera, en caso de no tener descendencia. Pasó sus últimos años sola y sin lujos. Sólo tuvo la ayuda de cuidadoras que ella contrataba. Y periódicamente la visitaba alguna sobrina lejana.
Antes de que se cumpla el primer año de su muerte, en diciembre, los beneficiarios piensan ponerle una lápida digna. El dinero que les dejó será para construir un centro educativo y social para menores desfavorecidos.
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