Dos siglos de la creación del monstruo de Frankenstein, el personaje que cambió la literatura

  • Este mes se cumplen 200 años de la reunión de varios amigos escritores en Villa Didoati, en Suiza, donde Mary Shelly gestó la idea de Frankenstein.
  • Dos años después, en 1818, se publico la novela 'Frankenstein o el moderno Prometeo', considerada hoy una obra maestra de la literatura universal.
  • El monstruo de Frankenstein se ha convertido en un icono de la cultura popular.
El monstruo de Frankenstein interpretado por Boris Karloff, quien se convirtió en imagen icónica del personaje.
El monstruo de Frankenstein interpretado por Boris Karloff, quien se convirtió en imagen icónica del personaje.
Universal Pictures
El monstruo de Frankenstein interpretado por Boris Karloff, quien se convirtió en imagen icónica del personaje.

Hace 200 años, la literatura vio nacer a una de sus criaturas más emblemáticas, el monstruo de Frankenstein, un ser destinado a convertirse en un icono de la cultura popular y un referente constante en el mundo de la ficción.

Sus padres fueron muchos: el irresponsable doctor Víctor Frankenstein, la chispa eléctrica que le insufló vida, la inquietud científica del siglo XIX y, sobre todo, el volcán Tambora, en Indonesia, cuya erupción provocó grandes anomalías climáticas en todo el mundo que obligaron a un grupo de escritores a encerrarse en una villa en la que decidieron imaginar historias de terror.

Sin embargo, madre solo tuvo una, Mary Shelley, una de los componentes de ese grupo de literatos recluidos en Villa Diodati, cerca del lago Leman (Suiza), durante el verano de 1816. Fue en aquel momento, mientras disfrutaba de la compañía de Lord Byron, John Polidori y su marido Percy Shelley, cuando la célebre escritora gestó una de las obras maestras de la literatura universal —Frankenstein o el moderno Prometeo—, y con ella a un personaje inmortal.

"Frankenstein cambió la historia de la literatura. Es la primera novela que se plantea una serie de preguntas que si se habían hecho antes no había sido con esa concisión y con ese poderío dramático. Es una historia terrible, de soledad, de dolor, de sentimiento, y a la vez hace muchas preguntas sobre la capacidad del ser humano por tratar de ir más allá, de abrir las puertas de la ciencia, de crear vida donde no la hay. El género fantástico, el género de terror y el de ciencia ficción en cierto sentido provienen de esta novela genial", afirma el escritor Fernando Marías, promotor de la iniciativa literaria Hijos de Mary Shelley.

Frankenstein es un ser desdichado fruto de la hibris del hombre que osó invadir el terreno de los dioses al dotar de vida a materia inerte. El resultado es una figura romántica y sensible, dotada para el bien pero abocada al mal por el rechazo de su creador primero y del resto de la humanidad después.

Hoy todo el mundo lo imagina como un ser enorme, de cabeza cuadrada, frente anchísima, rostro triste, costuras por todo el cuerpo y un par de enormes tornillos a cada lado del cuello. No era exactamente así como su madre lo imaginó. Este aspecto es herencia de otro de sus padres, el gigantesco Boris Karloff, quien fijó a través del cine la imagen que hoy tenemos del monstruo.

Esa figura, que se ha consolidado durante dos siglos gracias a medios como el teatro, el cine, el cómic y la televisión, se ha convertido en el pilar central de la exposición Terror en el laboratorio: de Frankenstein al doctor Moreau, una muestra que podrá verse en el Espacio Fundación Telefónica de Madrid hasta el 16 de octubre.

"El personaje de Karloff es muy estereotipado, un poco ridículo, pero demuestra el poder visual del cine. Es interesante estudiar ese momento y ver hasta qué punto ha sido impactante para la sociedad. Hoy, cuando por ejemplo le vas a pintar un Frankenstein a tu hijo, se lo vas a dibujar como Boris Karloff", cuenta María Santoyo, comisaria de una exposición motivada por el 200 aniversario del encuentro en Villa Diodati pero que va más allá y profundiza en los científicos y las creaciones arquetípicas del siglo XIX así como en sus derivas iconográficas, desde el citado Frankenstein a otros seres como Mr. Hyde, el Hombre invisible, las criaturas del Dr. Moreau y la Eva futura.

Esta mirada hacia atrás revela un siglo XIX fascinante, lleno de mentes imaginativas que se hacían multitud de preguntas y las respondían con una mezcla de ciencia y fantasía. Hoy, casi toda la ficción es heredera de aquella época. "Más que grandes creciones de monstruos modernos, lo que hay son infinitas revisiones de los monstruos clásicos. Es difícil encontrarse en la cultura moderna monstruos originales. Yo creo que todo proviene de aquello", dice Fernando Marías.

"Las creaciones modernas en esta línea están demasiado mediatizadas por el poder económico. Es decir, si uno piensa en las películas que podrían generarse buscando monstruos nuevos, esas películas están demasiado mediatizadas por las necesidad de dar dinero en taquilla, con lo cual, ¿hasta qué punto se deja libre al creador para investigar? Mary Shelly, Stevenson, HG Wells, Allan Poe... eran mentes libres que decían "voy a escribir lo que me dé la gana". Si hoy Jekyll y Hyde hubiera sido un encargo de una multinacional a Stevenson, quién sabe lo que habría tenido que claudicar", sentencia el escritor.

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