“Señorita, ¿y esto para qué es?”

  • El Banco de Sangre de Baleares inicia una campaña.
  • Durante dos días, una unidad móvil en la Plaza de España.
  • Decenas de donantes se acercan estos días para colaborar.
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La unidad móvil de donación tiene como objetivo aumentar las siempre necesitadas reservas de las Islas, imagen de archivo.
La unidad móvil de donación tiene como objetivo aumentar las siempre necesitadas reservas de las Islas, imagen de archivo.
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La unidad móvil de donación tiene como objetivo aumentar las siempre necesitadas reservas de las Islas, imagen de archivo.

Curiosos, expertos en la materia y despistados se acercan a la unidad móvil de donación que el Banco de Sangre de Baleares ha puesto a disposición de los ciudadanos en pleno centro de Palma. El objetivo, aumentar las siempre necesitadas reservas de las Islas.

Durante dos días, el autobús se situará en la Plaza de España durante las horas de la mañana. “La idea es que la gente se haga socia, y si se animan a entrar y donar sangre, ¡mucho mejor!”, explica el personal que atiende al público. Dentro, un equipo completo atiende a los voluntarios: un médico, un enfermero, un administrativo y el chofer del autobús.

Los paseantes se paran delante del autobús, curiosos. “¿De qué va esto?”, pregunta un grupo de adolescentes que no pueden evitar la expresión de alivio al enterarse de que los menores de edad no pueden donar. “De todas formas, con los piercings no podríamos, ¿no?”. El personal de la unidad explica que hay un poco de despiste con el tema, sobre todo con el tema de la edad, del peso necesario –más de 50 kilos- o con las enfermedades o medicamentos que se esté tomando en ese momento.

Un simple resfriado impide que se pueda donar”, comentan “para nosotros puede ser una tontería, pero la sangre puede recibirla un niño”. Los más mayores se acercan por iniciativa propia, más atraídos por la mesa repleta de folletos y bolis, o quizás por la charla que por el hecho de donar. La mayoría no puede hacerlo, ya que el límite de edad son los 65 años. “Si pudiera, lo haría”, dice Rafael, de 73 años, “yo mismo he necesitado varias transfusiones, todos podemos necesitarlo algún día”.

Donantes habituales

Otros están más familiarizados con el tema de la donación. Marta pasa a toda prisa. “Tengo que hacer un recado ahí mismo a las doce y media. ¿Me dará tiempo?”. En pocos minutos, rellena el formulario y sube a la unidad móvil donde le extraerán su sangre, un preciado bien, sobre todo en los últimos tiempos.

La población de las islas aumenta, los hospitales cada vez piden más sangre, pero no hay más donaciones. “Siempre que puedo lo hago, pero a veces da pereza ir, así que ahora que he visto el autobús he querido aprovechar, hay que echar una mano”, explica Marta tras bajar de la camilla. Lo mismo opina Magda, una azafata polaca que aprovecha unos minutos antes de ir a trabajar para hacer su donación. “En Polonia es algo normal que la gente done sangre, todo el mundo lo hace, y no quiero dejar de hacerlo por estar en otro sitio”.

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