Los radares bajan un 33% los excesos de velocidad

  • Tres aparatos ocultos detectan 82.000 infracciones, frente a las 55.000 de los anunciados.
  • Tres radares en la A-2 y la AP-7 sancionarán desde el sábado.
Puede parecer una perogrullada, pero hasta ahora no había cifras: los conductores levantan el pie del acelerador cuando llegan a un radar anunciado. Pero menos de lo que se podía intuir.

Los tres radares conocidos en la A-2 y la AP-7 registraron hasta 54.697 excesos de velocidad entre mayo y el 15 de agosto.

En cambio, la cifra se dispara hasta los 81.570 en los radares no publicitados, según datos facilitados por el Servei Català de Trànsit (SCT) a partir de seis radares piezoeléctricos.

Esto significa que en esos tramos con radares a la vista se cometieron un tercio menos de infracciones. "Corren menos. Un poquito, no mucho. Pero sí es así, ya se ha conseguido algo", apuntan en el SCT. Pese a estar anunciados, cada uno de esos tres radares multaron cada día a una media de 170 conductores.

Mayor vulneración

Dicho de otra manera: en los tramos sin radares (o si éstos están ocultos), la vulneración de los límites de velocidad es mucho más generalizada y se registraron 254 excesos de velocidad al día.

Los tres radares conocidos se encuentran: uno en Castellolí (A-2) y dos en Badalona (C-31).

Los no señalizados se hallan en Castellbisbal (AP-7), Sant Joan Despí (A-2) y en Cervera (A-2).

Corría a 173 km/h

En estos tres últimos se comenzará a sancionar a partir del sábado. Hasta ahora se enviaban cartas en las que sólo se notificaban los hechos.

De no haber sido así, por ejemplo, el conductor de un Chrysler habría perdido 9 puntos y 750 euros, además de conseguir una retirada del permiso durante dos meses. Llegó a 173 km/h.

El fin de semana se salda con cuatro muertos en la carretera y 30 km de colas en los peajes en Martorell y La Roca.

Radares piezoeléctricos

Ni detectores ni inhibidores. El sistema de esos seis radares piezoeléctricos instalados en Catalunya se caracteriza por disparar la fotografía con una señal eléctrica, y no mediante un láser ni por ondas, como sucede con los más clásicos.

De este modo, las fotografías no pueden ser localizadas ni anuladas por los detectores ni por los inhibidores de radares. Funcionan así: por debajo de la calzada se instalan unos sensores que detectan la velocidad cuando las ruedas del vehículo pasan por encima.

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