El apoderado de la empresa que se encargó de gestionar el alquiler de las oficinas en las que se ubicó el Instituto Nóos ha señalado que en ellas se ubicaron varias entidades registrales, que ocupaban un único espacio de entre 400 y 500 metros cuadrados, a pesar de que el titular del contrato era el Instituto.

Así lo ha puesto de manifiesto durante su declaración como testigo en el juicio del caso Nóos, en la que ha manifestado que él mismo se ocupó de negociar con la entidad el contrato de alquiler y firmarlo. Según ha apuntado, las personas con las que mantenía contacto eran principalmente el excontable del Instituto Marco Antonio Tejeiro y, ya hacia el final, con el exsocio de Iñaki Urdangarin, Diego Torres.

Del mismo modo, ha señalado que cuando había algún tipo de discrepancia en relación con las facturas abordaba este asunto con la mujer de Torres, Ana María Tejeiro. En concreto, las oficinas estaban ubicadas en Sant Cugat del Vallès.

Las pesquisas señalan que las empresas que conformaban el entramado urdido por Urdangarin y Torres-Instituto Nóos, Nóos Consultoría Estratégica, Intuit, Shiriaimasu y Aizoon- eran entidades vinculadas entre ellas que operaban realmente en el mercado como si fueran una sola, todo ello bajo la dirección de ambos exsocios, quienes ostentaban el control "absoluto" y el "poder de decisión" dentro del grupo.

La Agencia Tributaria (AEAT), en uno de los informes que entregó a la causa, calcula además en ocho millones de euros el importe total de las facturas que se cruzaron dentro del conglomerado empresarial de Nóos para justificar los fondos que obtuvieron de las Administraciones públicas.

Hacienda señala que las entidades que integraban el grupo devinieron "meros instrumentos para drenar y distribuir los recursos obtenidos por medio de la marca Nóos entre sus dos propietarios y dirigentes, los imputados señores Torres y Urdangarin". De hecho, la AEAT llega a aludir a la trama como un "puro andamiaje jurídico formal".