Los talleres de tambores de Albacete trabajan a destajo para tener todo listo de cara a las tamboradas de Semana Santa

Con la cercanía de la Semana Santa las localidades de Hellín, Tobarra y la pedanía de Agramón preparan los tambores de cara a las tamboradas de Semana Santa.
Tambores
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EUROPA PRESS/LAURA ARROYO
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Con la cercanía de la Semana Santa las localidades de Hellín, Tobarra y la pedanía de Agramón preparan los tambores de cara a las tamboradas de Semana Santa.

Hellín cuenta con cerca de 25.000 personas que se unen para tocar el tambor, siendo esta una fiesta de Interés Turístico Internacional. En el caso de Tobarra, el tambor suena durante 104 horas ininterrumpidas, una tradición que ha obligado en múltiples ocasiones a posponer el cambio de hora que se realiza en los últimos días del mes de marzo, todo ello con el fin de no perder una hora de ese toque de tambor.

El último ejemplo es la Semana Santa de Agramón, una pedanía de Hellín, que este año estrenará su recientemente concedida Declaración de Interés Turístico Regional.

Para tener perfectamente afinados y preparados esa gran cantidad de tambores que participarán en las múltiples concentraciones de los próximos días en estas localidades y en otras, los talleres de tambores de estos municipios se encuentran trabajando a destajo por la ingente carga de trabajo que soportan.

Es el caso del taller de Juan Antonio Román en Tobarra, que ha explicado a Europa Press que, desde estos días y hasta la Semana Santa, "únicamente" se dedica a realizar "arreglos", ya que la gente "viene de fuera y quiere tener el tambor listo" para esos días.

El trabajo que realizan de mantenimiento depende del instrumento, pero lo más común es la limpieza y la sustitución de las pieles y los bordones, así como la afinación del tambor que dejan "listo para tocar".

En los talleres Román, también se fabrican tambores durante el año, del orden de 200, sin tener en cuenta el número de tambores infantiles que no tiene cuantificados.

FABRICACIÓN

El proceso de fabricación del típico tambor tobarreño comienza con la fabricación de la caja, cortando la chapa, soldándola y metiendo un alambre de acero que realice las funciones de borde y es lo que "da la fuerza" al tambor. A continuación se cortan las varillas y se fabrican las roscas y las palomillas, que aprietan el tambor.

Después es el momento de los aros y de los bordones, que son las cuerdas que van dentro del instrumento y hacen que éste duplique el sonido, y que en varios lugares se le llama la "reductora".

Cada localidad tiene un estilo propio de tambor y una forma de fabricarlo, pero Juan Antonio Román asegura que se está comenzando a "unificar" ese estilo e ir hacia un tambor "universal".

Y ha dado el ejemplo de que en Hellín gustan más las terminaciones del estilo "mariposa" y en Tobarra de "copa". Un año de trabajo para las "joyas" de su taller Román, que solo se realizan por encargo y que llevan consigo cerca de un año de trabajo.

Un proceso en el que todos sus pasos se realizan a mano y artesanalmente, desde dar forma a los metales hasta tallar las figuras que se plasmarán en los mismos. La calidad de estos tambores es "indudable", según el artesano, ya que se fabrican con los mejores materiales posibles. El precio de una de los mismos puede alcanzar los 1.800 euros.

Juan Antonio dice que los precios "han bajado" pero que la gran cantidad de horas que se invierten en el proceso de fabricación "hay que cobrarlas".

El orgullo de ver uno de esos tambores desfilando en Semana Santa es indescriptible para este artesano del tambor, que dice que, "tras tanto tiempo con él, es casi de la familia, como un hijo".

Secreto mejor guardado

La mejor pieza que Juan Antonio Román ha fabricado en su taller es un encargo "especial", ya que es para su hijo, para el que ha hecho un tambor de aluminio tallado con especial delicadeza y en el que están reflejadas todas las imágenes que procesionan en la Semana Santa de Tobarra, a la vez que incluye detalles como el monumento al tambor de la localidad tobarreña.

Se trata de un tambor de aluminio, con piel de cordero que solo sale a la calle en momentos "puntuales", nunca de noche. Román señala que se trata de un tambor ligero y que la introducción del aluminio en estos instrumentos contribuyó a la ligereza de los mismos.

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