¿Cómo se da un masaje erótico en los pies?

Cuenta la leyenda que Belakis, reina de Saba, viajó desde la tierra de los sabeos hasta Jerusalén, capital de Israel, buscando rutas seguras para sus perfumes y sahumerios, y parece ser que para conseguirlo le proporcionó a Salomón un masaje en los pies con un ungüento cuya fórmula vamos a intentar reproducir hoy. De aquel masaje nació un rey que gobernó con sabiduría las tierras de Saba y cuyos sucesores fueron los guardianes, custodios del Arca de la Alianza.

El masaje en los pies durante toda la Antigüedad era un signo de respeto hacia el visitante o viajero y la mayoría de los juegos amorosos comenzaban con esta técnica. Necesitamos una jofaina para pediluvios o una bañera de bebé y una jarra de agua caliente para mezclar en el agua diferentes productos en función de a quién demos el masaje.

Para ella y para él

Si es para ella: tres cucharadas soperas de sal marina, 5 gotas de aceite esencial de palmarrosa y 1 gota de aceite de menta menor; si es para él: 1 gota de palmarrosa y 5 de menta menor. Si podéis conseguir sal marina "del Mar Muerto" por su gran concentración de sales, mejor que mejor. Se mezclas los aceites y la sal en un bote con tapa agitándolo enérgicamente, luego se llena de agua caliente y se precipita en la bañerita de pies.

Para el masaje necesitamos dos tipos de aceites: para Belakis aceite de yoyoba una cucharadita de postre a la que añadimos 2 gotas de aceite de pelargonio. Para Salomón: aceite de yoyoba 2 cucharaditas, aceite de sándalo 3 gotas. Se mezclan los aceites bien y se disponen en un platito para cuando hagan falta.

Empieza el masaje

Llenamos la bañerita con agua caliente (no más de 38º), echamos el contenido del bote y removemos hasta su disolución. Introduce el pie derecho de tu pareja y con una jarra le vas echando agua desde la rodilla dejándola resbalar por la caña de la pierna durante unos cinco minutos, después saca el pie, lo enjuagas con una toalla y lo depositas sobre un paño limpio y seco para que no se enfrié. Haz lo mismo con el otro pie.

Ahora colócate enfrente de tu pareja y toma su pie y colócalo sobre tu regazo, frótate las manos con una gota de el aceite que has preparado y amasa suavemente todo el pie para que el aceite se extienda bien. Repite el movimiento varias veces, es una caricia firme.

Ahora coloca las manos a izquierda y derecha sobre el tobillo y con los pulgares forma pequeños círculos friccionando de dentro a fuera, ahora sube por el empeine desde el dedo gordo hasta el tobillo haciendo pequeños surcos, coloca las monos sobre el tendón de Aquiles y masajéalo con suavidad, repite este movimiento cuatro veces, sujeta el pié abarcándolo con una mano y masajea con la otra los dedos de uno en uno como si estuvieras dando cuerda a cada uno de ellos.

Toma todo el arco de pie con tus dos manos y mueve los huesos suave y rítmicamente. Repite el ejercicio con el otro pie. Cuentan que las geishas de Kyoto succionaban el dedo gordo del pie simulando una felación y provocaban orgasmos indescriptibles en sus clientes después de haberles dado un masaje de pies. ¿Por qué no lo intentas, a ver qué pasa?

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