
Miles de vidas rotas por una creencia inofensiva. Esto es lo que llevan denunciando desde hace casi una década más de cincuenta abogados de Derechos Humanos de todo el mundo respecto a la persecución que el Partido Comunista Chino lleva a cabo contra los practicantes del Falun Gong, una técnica de meditación china fundada en 1991 por Li Hongzhi.
Ahora, la Justicia española investiga las torturas que pudieron producirse en la cárceles chinas. El Tribunal Supremo, mediante sentencia de fecha 20 de junio de 2006, consideró que España es competente para juzgar el presunto delito de genocidio y torturas que se está produciendo en China contra personas inocentes, perseguidas hasta la muerte simplemente por ejercer sus libres creencias espirituales.
Tres de las víctimas, Zhao Ming, Dai Zhizhen y Chen Ying, tuvieron este lunes la oportunidad de explicar las vejaciones a las que fueron sometidos en su país al juez Ismael Moreno, titular del Juzgado Central de Instrucción nº 2 de la Audiencia Nacional, tres historias escalofriantes que 20 minutos ha podido conocer de primera mano.

"Nada más llegar a mi país fui secuestrado por los servicios secretos chinos y trasladado a una cárcel. Me metieron con el cuerpo doblado bajo una cama durante días y pude aguantar por mi complexión delgada, pero otros no; el dolor era insoportable", asegura.
Ming también describió otras torturas, como tener que permanecer durante más de diez horas en cuclillas, con los talones levantados, descargas eléctricas o la prohibición del sueño. "Me esposaron a una silla y, cuando cerraba los ojos, varios guardias me golpeaban". La presión del Gobierno irlandés fue clave para su puesta en libertad.

Dai, visiblemente emocionada, asegura que no parará hasta llevar a los responsables de su muerte ante la justicia. "Fadu era un bebé cuando protesté en Tiananmen y nos pegaron a las dos".
Aunque vive en Australia, Dai asegura sufrir seguimientos extraños por la calle y escuchas telefónicas. "El Partido Comunista chino tiene una red de persecución repartida por todo el mundo".

Fue detenida hasta en tres ocasiones "sin motivo alguno" y trasladada a campos de trabajos forzados, donde sufrió vejaciones que la marcaron de por vida: "Los policías ordenaban a los presos comunes que me golpearan, me desnudaban completamente en invierno para echarme agua helada y me dejaban así durante dos días enteros... Era horrible".
Además, Chen, que perdió parte de la memoria "por culpa de una inyección sedante", afirma que fue sometida a varios exámenes médicos para una posible extracción de órganos de la que se libró, según relata, "quizá por ser de Pekín".
El mercado de los órganos
El ex secretario de Estado canadiense David Kilgour, junto al abogado de Derechos Humanos David Matas, presenta ahora una revisión del informe que presentó el pasado mes de noviembre en Madrid (Pdf), en la que aporta nuevos datos respecto a la existencia de mercado generado por "una sustracción masiva de órganos de prisioneros vivos de Falun Gong" en China para venderlos posteriormente, en muchas ocasiones en países extranjeros.
¿Qué es Falun Gong?
Falun Gong o Falun Dafa –'la rueda de la vida'- fue fundado en 1991 por el maestro Li Hongzhi –un ex guardia de seguridad chino exiliado en Nueva York- bajo los principios de "verdad, benevolencia y tolerancia".
Durante su creación y hasta 1999, Falun Dafa contó con el beneplácito del Gobierno chino (a diferencia de otras prácticas de meditación, ésta era gratis y ganó muchos adeptos), pero, según los detractores del régimen, el ex presidente chino Jiang Zemin tuvo miedo cuando vio que entre 70 y 100 millones de chinos practicaban Falun Dafa, mientras que los afiliados al Partido Comunista apenas superaban los 50 millones.
El 22 de julio de 1999, Zemin prohibió el movimiento oficialmente alegando que se trataba de una secta destructiva (una calificación que no comparten numerosos expertos como el sociólogo del AIS -Atención e Investigación de Socioadicciones- Roger Pascual, consultado por 20 minutos hace unos meses) y comenzaron las detenciones masivas.
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