El profesor de la UAB Miquel Ninyerola es experto en bioclimatología y miembro de FenoDato, proyecto ciudadano de observación del cambio climático en la naturaleza.

El proyecto se apoya en una aplicación en formato web que ayuda a la gente a tuitear los cambios en el ritmo de la naturaleza. Además de que la web está diseñada para que se pueda consultar desde móvil, van a desarrollar una aplicación para que sea más sencillo.

Está abierto a todo el mundo y tiene dos voluntades: acercar la naturaleza a quienes viven en ambientes urbanos, ya que la desconexión de los ambientes naturales es muy grande, y que los ciudadanos se interesen por su entorno y que se generen datos susceptibles de ser analizados para entender mejor el cambio climático.

¿Qué recibimiento ha tenido?

Estamos en fase embrionaria. Estas semanas han empezado a difundir el proyecto por lo que no te puedo decir si funcionará. En países anglosajones hay mucha tradición, la gente está mas acostumbrada a salir a observar la naturaleza solos o en familia . La idea es llevar esto aquí y ver cómo es recibida por nuestra sociedad.

¿Es el primer proyecto que realizan de este estilo?

Creo que sí. A nivel de biotecnología sí, somos los primeros. La buena noticia es que tenemos continuidad, fondos europeos, por lo que podemos ampliar el número de especies. No se puede observar cualquier especie, las que hemos escogido (almendro, amapola, cerezo, encina, falsa acacia, golondrina común, olivo, pino carrasco, retama de olor y romero) son muy abundantes y están representadas en toda España. Seguramente también trabajaremos con algún colectivo más concreto como centros excursionistas, colegios o institutos. Ahora mismo está abierto a cualquier ciudadano español que tenga ganas de involucrarse. El proyecto está subvencionado por la Fundación Española de Ciencia y Tecnología, ha sido revisado por CREAF y la UAB.

¿Qué plantas o animales han notado el cambio climático?

Hay muchas observaciones en varios puntos de la Península Ibérica. Hay cambios muy evidentes tanto en floración como en crecimiento avanzado, en plantas herbáceas y en árboles como fresnos, encinas... Muchas especies se han visto alteradas por las temperaturas anormalmente altas de este año.

Que este año vaya ‘retrasado’ ¿es un caso aislado o irá a más? 

Es difícil saber hacia dónde vamos. Lo único que podemos constatar es que llevamos unas décadas con episodios anómalos, que son especialmente cálidos y secos. Esto pasa a partir de los años 80, que notamos unos cambios y progresivamente vamos teniendo años especiales como 1998 o 2003. Muchas veces están relacionados a nivel global con episodios como El Niño. Estamos con un clima alterado, no podemos decir a dónde va porque tenemos poca perspectiva. El clima cambia a muy largo plazo. Nosotros tenemos una visión de 100 o 200 años por lo que cuesta realizar estas predicciones. Aunque es evidente que hay mas eventos cálidos.

¿Qué implica que cambie el ritmo de la naturaleza?

Puede implicar cambios en el funcionamiento de los ecosistemas. Es interesante estudiarlo para entender mejor cómo funciona el planeta. Nosotros lo que sacamos de aquí es un indicador de que hay unos cambios a nivel climático. Esto nos debe ayudar a estar más alerta o a ver qué medidas debemos tomar en los sectores afectados, como la agricultura, el turismo, la explotación forestal, la sanidad... Indicadores que nos ayuden a entender mejor que está pasando. Seguramente los cambios de los ecosistemas se irán regulando.

Como investigador, ¿cómo es estar viendo con sus propios ojos esto que le está sucediendo al clima?

La sensacion que tengo es de que estamos mirando con una lupa algo que es mucho más amplio. Cuesta saber hacia dónde irá todo el sistema. Hay poca perspectiva y una cierta presión sobre la predicción. Lo importante es que vemos que hay cambios y los estamos constatando, pero es difícil saber si las próximas décadas serán más frías o más calurosas. Parece ser que el CO2 tiende a calentar la atmósfera, por lo que existe un efecto humano pero puede haber variabilidad natural que se nos escape totalmente. La radiación solar que nos llega, por ejemplo, puede alterar muchísimo la climatología de la Tierra.

¿Cómo afecta al ser humano este cambio?

Somos una especie menos vulnerable hasta cierto punto porque tenemos capacidad de generar cosas, habitáculos o abrigos, que otras especies no tienen. Nos afecta como sociedad a la productividad agrícola, a nuestra alimentación. Si seguimos en esta  línea de años cálidos los cultivos se verán modificados. Tiene que haber una planificación importante ya que todo esto se debe gestionar. Se darán cambios importantes que pueden influir al sistema socioeconómico. Biológicamente afecta relativamente poco. Menos que a otras especies. Tenemos mecanismos para que no nos altere tanto. Somos más inmunes al clima directo, no lo sentimos en toda su magnitud.

¿Se podría haber evitado?

Desde los 80 y especialmente en las últimas décadas tuvimos años extraños. Es indudable que estamos haciendo mucha presión sobre el planeta y esto tiene y tendrá consecuencias: de contaminación, de polución, de eliminación de la diversidad... Está constatado que la aportacion de co2 crea efecto hibernáculo por lo que está relacionado. Sí, se podría tratar de mitigar, pero lo que hay que hacer es un cambio de chip en las economías, porque este ritmo no es sostenible.

¿Cree que nos preocuparía más el medio ambiente si los ciudadanos pudiéramos ver de primera mano lo que está sucediendo?

Esa sería una de las ideas del proyecto, que la gente que tenga el 'gusanillo' tenga una herramienta para engancharse con esto. A partir de ahí ya se verá si la gente se engancha más hay redes más estables con colaboradores más estables.  El objetivo es generar interés y datos. Que la gente cuando salga al campo pueda aprovechar no solo para pasear sino para ver y sentir.