Juzgan a cinco personas por la muerte de un anciano que fue maniatado y golpeado para robarle en su casa

La sección primera de la Audiencia Provincial de Castellón juzga desde este martes a cinco personas --cuatro hombres y una mujer-- por su presunta implicación en el homicidio de un anciano, que fue maniatado, amordazado y golpeado hasta que murió asfixiado para robarle en su vivienda de la Vall d'Uixó, en la que estaba con su mujer. La acusada, esposa de uno de los procesados, trabajaba de interna en la casa y estaba al cuidado del matrimonio.

La sección primera de la Audiencia Provincial de Castellón juzga desde este martes a cinco personas —cuatro hombres y una mujer— por su presunta implicación en el homicidio de un anciano, que fue maniatado, amordazado y golpeado hasta que murió asfixiado para robarle en su vivienda de la Vall d'Uixó, en la que estaba con su mujer. La acusada, esposa de uno de los procesados, trabajaba de interna en la casa y estaba al cuidado del matrimonio.

El fiscal solicita 21 años de prisión para tres de los acusados y para la mujer por robo con violencia en concurso ideal con dos detenciones ilegales y homicidio, así como 12 días de localización permanente por una falta de lesiones. Para el cuarto hombre reclama dos años de prisión por encubrimiento.

Según el escrito de conclusiones provisionales del fiscal, en la madrugada del 24 de febrero de 2012 los acusados G.O., I.L. y V.L., éstos dos últimos hermanos, puestos de común acuerdo y también con C.A.M., esposa del primero, y otro individuo que no ha podido ser localizado, entraron en una vivienda de la Vall d'Uixó, en la que residía un matrimonio de avanzada edad, tras facilitarles la entrada desde dentro la mujer acusada, que trabajaba allí como interna los fines de semana para cuidar a los moradores.

Los acusados accedieron al domicilio con la cara cubierta por un pasamontañas, dejando al descubierto sólo los ojos y la boca, y entraron en la habitación en la que se encontraban durmiendo los ancianos, a los que ataron de pies y manos y a la cama con una cuerda y cinta. Concretamente, al hombre le ataron con gran fuerza y le amordazaron con cinta y un sujetador, de tal manera que le cubrieron los orificios respiratorios y le impidieron una normal respiración.

Además, al anciano le propinaron diversos golpes en la cabeza, cara, brazos y manos y le luxaron el hombre derecho, lo que le provocó un aumento de la demanda de oxígeno que contribuyó, dada la situación de hipoxia en la que se encontraba, a acelerar el proceso hacia una situación de asfixia que le produjo la muerte. La mujer sufrió lesiones en ambas muñecas y tobillos y hematomas en la zona facial, que precisaron de una primera asistencia.

Cajas fuertes

Posteriormente, según el ministerio público, con una barra de hierro y otras herramientas, los acusados, tras dejar a las víctimas atadas y amordazadas, arrancaron las dos cajas de seguridad que había en la vivienda y huyeron con las mismas, en cuyo interior había unos 9.000 euros en metálico, así como con joyas, que introdujeron en un vehículo propiedad del también procesado W.A.P., que no consta que tuviera conocimiento de que el coche iba a ser utilizado para tales fines.

Antes de abandonar la vivienda, G.O., I.L. y V.L. ataron y amenazaron a la procesada y forzaron la puerta de acceso a la galería para simular que la entrada había sido desde el exterior sin ayuda desde el interior y que la empleada de hogar había sido también víctima de los hechos. Los acusados se quedaron con 1.000 euros de una de las cajas de seguridad y acordaron repartirse el contenido de la otra.

Sin embargo, los dos hermanos se fueron a Rumanía sin repartirlo con el otro acusado, por lo que éste último, decidió viajar hasta allí con W.A.P., a quien le había contado lo sucedido, para recuperar la parte del botín. No obstante, regresaron después de 200 kilómetros al darse cuenta que les seguía la Guardia Civil.

Durante la primera sesión del juicio, I.L. ha asegurado que llegó de Rumanía a España junto a su hermano para trabajar recogiendo naranjas y se hospedaron en casa de G.O. El día de los hechos, según ha declarado, los tres se prepararon para ir a una discoteca, aunque antes pararon en el domicilio de las víctimas porque G.O. iba a pedir dinero de su mujer -la empleada de hogar también acusada-. Una vez allí, ha señalado que su hermano se quedó esperando en el coche, mientras que él y G.O. subieron a la vivienda, donde la procesada les invitó a tomar café.

El procesado ha reconocido que sacó una de las cajas fuertes que había en la pared y se la llevaron en el vehículo, aunque ha indicado que él no provocó ningún daño a los ancianos. Posteriormente, ha señalado que G.O. dejó a él y a su hermano en una rotonda y que le tiró 600 euros por una ventana del coche. Esta misma versión de los hechos ha sido confirmada por su hermano, el acusado V.L.

Por su parte, G.O. ha indicado que fue otro hermano de I.L. y V.L. quien le llamó desde Rumanía para informarle de que sus hermanos podían venir a España a realizar el robo, aunque él le dijo que no quería participar "porque no me hacía falta, ya que yo estaba trabajando". Sin embargo, según ha dicho, los dos hermanos acusados llegaron a España y, tras recogerles en la estación y de camino a su casa, le dijeron que venían a cometer el robo.

Pensaba que no se iba a hacer daño a nadie

El acusado ha reconocido que el día de los hechos entró en la vivienda junto a los dos hermanos, los tres encapuchados, mientras el matrimonio anciano estaba en su habitación, aunque ha negado que él participase en atar, amordazar o golpear a las víctimas. Según ha dicho, "yo pensaba que no se iba a hacer daño a nadie". Así mismo, ha declarado que bajaron dos cajas fuertes, de las que le dieron 1.000 euros, y ha intentado exculpar a su mujer de los hechos, asegurando que no sabía nada.

La procesada ha indicado que el día de los hechos abrió la puerta a su marido porque creía que iba a quedarse a dormir con ella, como en otras ocasiones, y que no vio que los otros acusados subieran a la vivienda, hasta que reconoció a uno de ellos con el pasamontañas. Además, ha explicado que cuando oyó al matrimonio de ancianos quejarse ella quiso irse, aunque no la dejaron. Finalmente, W.A.P. ha declarado que G.O. le contó el robo, así como que creía que el anciano había fallecido, y acordaron ir a Rumanía para buscar a los otros acusados.

Uno de los agentes de la Guardia Civil que ha declarado en calidad de testigo ha asegurado que mientras que las víctimas estaban atadas por todo el cuerpo, la empleada de hogar sólo presentaba una cuerda floja y sin mordaza. La vecina de los ancianos que avisó a la Benemérita, por su parte, ha señalado que tras escuchar ruidos y un quejido del fallecido, observó desde su balcón a un joven que se llevaba una caja fuerte.

Al final de la sesión se ha dado por reproducida la declaración que realizó la anciana tras el suceso, al no poder asistir al juicio debido a sus circunstancias, a petición de la fiscal.

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