La revisión del metro permite renovar tanto las partes visibles como las no visibles a los ojos de los viajeros. Parece un tren destartalado por completo. Decenas de cables cuelgan de las tripas de los trenes, algunas puertas han desaparecido, también algunos cristales, los asientos no lucen la tapicería habitual y, en el techo del vagón, no están ni los fluorescentes.Es «la gran revisión», según la denominan los técnicos del metro. No se les escapa nada. Mientras que empresas externas cambian todo lo relacionado con los motores, ejes o frenos, el personal de Metro Bilbao, además de desmontar y montar los cuatro coches que tiene cada unidad de metro, también da un lavado general de cara al interior de los vagones.
Se cambia desde la tapicería hasta el sistema de iluminación. «Las unidades deben parecer nuevas», explica José Antonio Fernández, jefe de taller del metro. El aire acondicionado también pasa un riguroso examen. Al fin y al cabo, es uno de los elementos más valorados –y criticados– por los viajeros.
No es la única revisión. Cada año, los técnicos examinan algunos elementos que hayan podido dar problemas, desde los sistemas de cierre de las puertas a las mismas ruedas. Todo para mejorar el medio de transporte más popular de Vizcaya.
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