Tomar un café o una tapa, o comprar el pan o la fruta puede costarnos hasta casi un 70% más caro dependiendo de la zona de la ciudad en la que nos encontremos.

Los establecimientos del centro de Zaragoza  tienen las tarifas más elevadas, frente a los barrios, que acostumbran a cobrar, por los mismos productos, un precio bastante más económico, según pudo comprobar 20 minutos.

Así, una tapa de la cafetería Sagardi (en la plaza de España) cuesta 1,60 €, mientras que en el barrio de las Delicias, de rentas medias y medias-bajas, están a 0,50 € en el bar Pinocho (68,7% menos). Lo mismo ocurre con las frutas y verduras. Un kilo de tomates en la calle Ossau (centro) cuesta 3,15 €; en Delicias, de parecida calidad, no supera el euro.

El café de Zapatero

«Mucho se reían de Zapatero cuando dijo que el café en la calle costaba 80 céntimos. Pues nosotros lo tenemos a 70 y desde hace muchos años», comenta Araceli, empleada del bar AMBlás, en Delicias, todo un clásico de la zona. El mismo café en el centro cuesta 1,05 €, y 1,25 € si se trata de un café con leche.

Un producto de primera necesidad como el pan también puede variar hasta 20 céntimos el precio de la barra, dependiendo de la zona en que se ubique la panadería.

Si buscamos bollería, la diferencia también es notoria. Una napolitana de chocolate en Don Jaime cuesta 1,10 €, un 37% más que en un horno artesanal de barrio (0,70 €).

El precio desorbitado del alquiler de los locales del centro de Zaragoza es el principal causante del encarecimiento de los productos. A esto se une que los propietarios de bares, restaurantes y comercios consideran que el poder adquisitivo de la gente es superior allí que en los barrios y que, por lo tanto, pueden pagarlo. «Tenemos menús a 45€ y muchos clientes que los solicitan», explica Mario, camarero del céntrico bar Sagardi.

Tarifas de los productos en el centro y en Delicias

Ana propietaria de la pastelería Capricho

Su género es selecto y sabe que no puede competir en centro con otros comercios. «Las nuevas franquicias de pan son nuestra ruina».

Mario Camarero de la cafetería sagardi

Cree que la gente del centro pide sofisticación, tanto en el local como en el género. «Lo chic tiene un precio», explica.

Cristina trabaja en el café di roma

Asegura que sus precios son muy competitivos y que lo de que supera a los bares de barrio es «sólo un mito».

Judith propietaria del horno Vianca

Considera que precio y calidad no están reñidos. «La gente trabajadora también tiene derecho a comer bollería», se queja.

Raúl dueño del bar pinocho

Lleva 14 años en el barrio y por la zona todos conocen su bar. Opina que no es fácil conservar los precios tan bajos.

Araceli empleada del bar amblás

Cree que la fidelidad de sus clientes se debe a que los mima, tanto con los precios como con el trato.