«La recloración en la época estival es necesaria para mantener la buena calidad del agua y evitar el desarrollo de bacterias que proliferan con el calor», explica Laurent Sainctavit, miembro del programa Agua, de la Fundación Ecología y Desarrollo, quien no descarta que se resienta por ello el sabor del agua que bebemos, aunque considera que es «un mal necesario para lograr un bien».
En junio, julio, agosto y septiembre se llega a utilizar una media de 40 toneladas de cloro al mes para potabilizar el agua de Zaragoza. El resto del año el consumo de cloro es inferior y no suele superar las 23 toneladas al mes.
En Zaragoza y alrededores se concentran 15 estaciones de recloración, que en verano funcionan entre seis y diez veces más rápido que durante el invierno. Dentro de la ciudad hay tres, en los barrios de Santa Isabel, Torrero y Las Fuentes.
Yesa, un agua de calidad
Expertos químicos y ecologistas subrayan que si el agua de suministro para Zaragoza procediera del embalse de Yesa y, por tanto, fuera de calidad, no necesitaría hipercloración estival.
Madrid, que bebe agua de alta calidad procedente de su sierra, y que apenas transporta materia orgánica susceptible de generar bacterias, no necesita elevar el nivel de cloración en verano.
Gran consumo de agua embotellada
Aragón es una de las comunidades autónomas que más agua embotellada consume, debido a la dureza del agua, que contiene mucha cal. Sólo en Teruel se beben más botellas que en toda Andalucía (158,96 frente a 144,69), según revela un estudio realizado por Canadean España. El informe señala también que el nivel económico no influye en la compra de agua mineral.
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