Algunos de los ancianos que van a los centros de mayores en verano terminan quedándose en ellos, pero en la mayoría de los casos los familiares prefieren que vuelvan a sus casas.
«Suelen ser personas dependientes a cargo de sus hijos, cuyo cuidado desgasta mucho. Los cuidadores necesitan un descanso, pero les cuesta mucho dejar a sus mayores en una residencia porque creen que van a estar mejor atendidos en casa y les une un vínculo muy fuerte», asegura José Galindo, vicepresidente de la Sociedad Aragonesa de Geriatría y Gerontología.
El incremento de la demanda se deja notar desde finales de junio, cuando los niños empiezan sus vacaciones, porque en muchos casos el cuidador no puede hacerse cargo de los niños y del abuelo a la vez. «Cuando el anciano es dependiente, se decantan por traerlo aquí mientras los niños no van al colegio», señalan en varios centros de mayores.
También se dan casos inversos. Cuando se trata de personas que se valen por sí mismas, es habitual que en verano o durante algún fin de semana salgan de la residencia para irse con la familia al pueblo, aprovechando el buen tiempo.
Plazas reservadas por la DGA
El Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS) de la DGA oferta una alternativa de estancias temporales en residencias públicas, y reserva un pequeño cupo de plazas en los centros para este fin. Están destinadas a personas que viven solas y necesitan cuidados por convalecencia, a los que se quedan sin cuidador por enfermedad o accidente, o cuyos cuidadores necesitan un descanso. El año pasado se concedieron 243 estancias temporales, sobre todo en verano. Pueden solicitar la plaza en los centros de mayores del IASS o los centros municipales de Servicios Sociales. El IASS financia la estancia y el mayor aporta el 80% de sus ingresos.
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