Una exposición promete a los visitantes experimentar el mantra hippie: 'conecta, sintoniza, fluye'

  • 'Modernismo hippie: la lucha por la utopía' explora el ambicioso horizonte del movimiento psicodélico de los años sesenta y su herencia social y cultural.
  • La muestra, en el Walker de Minneapolis —luego viajará a Berkeley, una de las cunas de la contracultura—, está montada en torno a la 'fórmula' de Timothy Leary.
  • Prometen una experiencia que conectará el pasado hippie con movimientos como Occupy Wall Street, la agricultura orgánica, la legalización de la marihuana...
Ira Cohen retrata a Jimi Hendrix, 1968
Ira Cohen retrata a Jimi Hendrix, 1968
Courtesy Ira Cohen Archive, LLC
Ira Cohen retrata a Jimi Hendrix, 1968

Quizá con la entrada a Hippie Modernism: The Struggle for Utopia (Modernismo hippie: la lucha por la utopía), una exposición de gran contenido audiovisual e intenciones inmersivas —esa palabreja tan socorrida en el siglo XXI por los museos, quizá para ofrecer una alternativa sensorial a las variadas opciones de experiencias de la invasiva virtualidad—, deberían adjuntar una pequeña dosis de buen y contrastado ácido lisérgico (LSD), la droga alucinógena, más o menos legal hasta 1968, en la que estaba basada la revolución del primer verano del amor del año anterior.

Pese a que el tique de entrada a la muestra no está empapado con ningún líquido, los organizadores del asunto prometen a los visitantes que podrán experimentar el consejo de instrucciones en tres pasos que formuló Timothy Leary (1920-1996), el hombre que colocó a los EE UU, y que había resumido en una especie de mantra práctico los pasos para trascender: Turn on, tune in, drop out, algo así como conecta, sintoniza, fluye (0 déjate ir, abandónate).

'Diversos niveles de conciencia'

En su autobiografía, el profeta del ácido, explicó con precisión las fases. En la primera se deben activar las capacidades neuronales y genéticas gracias a la ingesta de un psicodélico para "ser sensible a los muchos y diversos niveles de conciencia". Sintonizar significa "interactuar armoniosamente con el mundo que te rodea". Finalmente, drop out es " el desapego de los compromisos involuntarias o inconscientes" para llegar por vía autosuficiente al "descubrimiento de la singularidad de uno mismo".

Sin alcanzar tanta aspiración de trascendencia, los organizadores de Hippie Modernism, el Walker Art Center de Minneapolis (EE UU), creen que es necesario explorar el ambicioso horizonte del movimiento psicodélico y contracultural de los años sesenta y setenta, considerar sus "radicales aportaciones al arte, el diseño y la arquitectura" y, sobre todo, comprobar como, pese a la derrota de los ideales hippies, la herencia social y cultural del movimiento ha desembocado en el presente.

Desafío a las convenciones

La exposición, que está en cartel en la ciudad del norte estadounidense hasta el 28 de febrero de 2016 —luego viajará al otro museo coorganizador, el BAMPFA de Berkeley, villa universitaria que comparte mérito de ser una de las cunas de la contracultura junto a la vecina San Francisco—, recrea "uno de los períodos más fértiles de la historia cultural reciente" y los "experimentos radicales que desafiaron convenciones, volcaron las jerarquías tradicionales, exploraron nuevos medios y materiales y formaron comunidades alternativas con nuevas formas de vivir y trabajar en común", afirman desde el Walker.

Muchos artistas, arquitectos y diseñadores comenzaron al amparo de lo hippie la búsqueda de una "nueva utopía técnica, ecológica y política", añaden para concluir que algo de aquel impulso "persiste hoy en día". Citan como ejemplos de la "resonancia" de lo hippie en "el resurgimiento del interés en el yoga y la espiritualidad, los alimentos orgánicos, la agricultura local, la legalización de la marihuana, la lucha contra el cambio climático y a favor de las energías alternativas y movimientos de protesta social como Occupy Wall Street".

'Las formas exhaustas de la cultura moderna'

"Es difícil identificar un período de la historia que haya ejercido mayor influencia en la cultura y la política contemporánea", dice el comisario de la exposición, Andrew Blauvelt. "Al evocar el término modernismo hippie destacamos la revolución creativa que desafió las formas exhaustas de la cultura moderna y la alienación de la sociedad industrial avanzada", añade el curator, para quien muchos de los logros de la contracultura han sido "ignorados en las historias oficiales del arte, la arquitectura y el diseño" y la exposición "pretende corregir la omisión".

Montada en torno a los tres pasos de Leary, la muestra presenta en la sección Tune In iniciativas artísticas sobre la expansión de la conciencia como las películas meditativas de Jordan Belson, los cuadros trascendentalistas del colectivo USCO, los proto-videoclips de Bruce Conner y proyectos de antiarquitectura de Haus-Rucker-Co y Archigram.

'La caja de conocimiento'

Turn On se detiene en obras que buscaban aumentar la conciencia social y colectiva. Además de una amplia selección de pósters, libros, revistas y otro material gráfico, se presenta la instalación pionera de Ken Isaacs The Knowledge Box (La caja de conocimiento, 1962/2009), un espacio del tamaño de una habitación en cuyos seis lados se proyectan imágenes.

Finalmente, Drop Out ahonda en la negativa a integrarse en la sociedad normativa y la demanda de disolución de las fronteras entre arte, vida, cultura y política. En la sección se muestra la obra de eco-artistas como Newton y Helen Mayer Harrison, con la instalación Portable Orchard (1972/2015), árboles cítricos que crecen con luz artificial, y las estructuras vivas de Evelyn Roth.

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