El asfalto se hundió a las 13.20 horas, inmediatamente después de que pasara un autobús, y ningún vehículo se vio afectado, con lo que no hubo heridos.
En un principio se pensó que el boquete, de tres metros de ancho y tres de profundidad, podría ser debido a una fuga en las tuberías del Canal de Isabel II, pero un portavoz de este organismo lo desmintió. El Ayuntamiento de Madrid también aseguró que ninguno de sus suministros, ni las obras de ampliación de la M-30 provocaron el agujero, con lo que ninguna administración asumió la responsabilidad.
A media tarde las retenciones iban desde el puente de los Franceses hasta el nudo sur de la M-30, donde se tuvieron que cortar las incorporaciones en este sentido por Marqués de Vadillo, paseo de la Ermita del Santo y el paseo de Santa María de la Cabeza. El agujero obligó a cortar al principio dos carriles de la autovía, con lo que el atasco fue de tal calibre que toda la M-30 se vio afectada.
Los operarios de Madrid Calle 30 procedieron a rellenar con grava el socavón.
La historia se repite años después
El 25 de abril de 2001 una tuneladora que trabajaba en la ampliación de la línea 8 de Metro provocó dos socavones en la M-30. Los boquetes se produjeron en plena hora punta y tenían 70 metros2 y seis de profundidad y 20 metros2 y cinco de profundidad, respectivamente. En esa ocasión, el corte lateral causó grandes atascos en la zona norte y obligó a cortar las incorporaciones a la M-30 por Costa Rica y Pío XII.
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