«Daría mi vida por Cuba»

Comercial laureado y ex socio del KGB, es un marxista hiperactivo, miembro de la Sociedad de Parapsicología.
Guerrillero epistolar con camisa panameña, Sotero Ortíz Leal (Campo de Criptana, 1934) ayudaba a su padre en una yesería desde los nueve años. Luego se marchó «a la brava» a una fábrica de goma en Usera, Madrid, antes de entrar en Renfe como «listero» de 600 peones.

Ahora anida en el alicantino distrito de San Agustín, «a un paso de Las Carmelitas», tras 46 años en Mallorca, a donde fue porque se peleó con su primera novia, Maruja Puente.

«Salí con 1.000 pesetas de Valencia e hice la experiencia de Lenin en Suiza. Compraba un real de garbanzos tostados y bebía agua de las fuentes públicas». En la isla acabó aprendiendo catalán, inglés, un poco de francés, «y el alemán y el ruso, con el método Assimil», idiomas que pulió en la Berlitz School.

Conserje de noche en el hotel Goya y en el Portichol de Palma, después fue director del Don Juan y del Son Suñer, donde auscultaba la Radio Pirenaica, y creaba la primera célula comunista de Mallorca: «Cinco personas, con las cocineras». Aunque la Policía ya iba tras él «porque estudiaba ruso».

Miembro del comité central del PCOE de Enrique Líster como Jesús, sólo él «tenía contactos directos con Rusia y el KGB». Tanto que, volviendo de Moscú, en 1966, lo metieron en un penal.

Juzgado en rebeldía, le apresaron en la Pensión Española de Mahón. Es miembro de la Sociedad Española de Parapsicología del periodista Ramos Perera y en 1979 fue candidato al Senado por una coalición chino-soviética.

Padre de siete hijos, convivió, entre otras mujeres, con Nina Joe, hija de un agregado de Costa de Marfil. Su última dama fue la licenciada en alimentos Reyna Alejandra Codner, quien regresó a Cuba para decir «ningún cubano se acuesta sin cenar». Ahora sigue de alta en el PCE de Mallorca y agita la asociación de amistad con Cuba Miguel Hernández, mientras proclama: «Daría mi vida por la revolución», otro ardor femenino.

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