Viajes por España en trenes turísticos con encanto

El Expreso de La Robla: Un viaje a la naturaleza y la cultura del norte de España.
El Expreso de La Robla: Un viaje a la naturaleza y la cultura del norte de España.
RENFE
El Expreso de La Robla: Un viaje a la naturaleza y la cultura del norte de España.

Dicen que hay trenes que solamente pasan una vez en la vida. Que recorren los andenes de nuestra biografía con paso agitado. Vagones con prisa, que se suceden, se persiguen sin descanso tratando de llegar a tiempo, de arribar en hora al destino. Trenes de Cercanías, de larga y media distancia, de alta velocidad. Y después están los demás. Los trenes que transitan sin prisa y te regalan el paisaje.

Los que departen silenciosos, sin fatiga, y realizan su ruta paladeando cada traviesa de la vía, cada apeadero. Ferrocarriles en los que el propio camino conforma la aventura. Los trenes turísticos. Ajeno al trasiego propio de cualquier estación ferroviaria de capital de provincia, el Expreso de la Robla aguarda despreocupado en un andén de la estación de La Concordia de Bilbao. Se trata de un tren elegante, señorial, cuyos vagones guardan un vago sabor clásico, de otra época. Sus pasajeros no tienen prisa por salir, ni tampoco por llegar.

Por delante, cuatro días de periplo conducirán a los viajeros desde Bilbao hasta Oviedo –o viceversa–, en el llamado trayecto del Paraíso Verde, que transita por Cantabria y Asturias. Laredo, Santander, Comillas, Llanes o el Parque Nacional de Picos de Europa aguardan a los pasajeros, que se alojan en este lujoso tren hotel que hace, al mismo tiempo, las veces de alojamiento y vehículo de transporte.

En otoño y primavera, el Expreso de la Robla cambia de itinerario para adentrarse desde Bilbao hacia Castilla, pasando por León, las cuevas de Valporquero, el románico palentino de Carrión de los Condes y las tierras burgalesas. No hay detalle relegado a la improvisación: todo está perfectamente programado y previsto.

Un autocar realiza los traslados hasta donde las vías del tren no pueden llegar; las comidas y cenas se realizan en restaurantes concertados en los diferentes puntos de visita, y los desayunos buffet se sirven en un elegante vagón-restaurante que divisa las instantáneas del paisaje desde una posición privilegiada. Norte de España, un buen almuerzo y el traqueteo del tren meciendo el trayecto. Seguramente, no hay placer semejante.

El Transcantábrico asciende un peldaño más en la escalera hacia el lujo. Aquí, el placer de disfrutar del tren cobra mayor protagonismo para relajar el ritmo de visitas turísticas y satisfacer a los sentidos. El de la vista, con las excelentes panorámicas que descubre a su paso. Y el del gusto, con la cuidada cocina que se sirve a bordo. Las mejores suites albergan salón privado, el restaurante se viste de gala para cenar y, en general, las comodidades son las propias de un alojamiento de la mejor clase.

El recorrido del convoy se antoja más variado que el de La Robla, y también más personalizable. Entre los itinerario de San Sebastián-Santiago de Compostela y León-Santiago, el pasajero puede elegir el número de noches que desea pasar a bordo, y también el punto del trayecto donde quiere incorporarse.

Ribadesella, Luarca, Frómista o Ribadeo son solo algunas de las pequeñas joyas de nuestra geografía en las que, desde 1983, este afamado tren recala de primavera hasta otoño. Los destinos son importantes, pero, de nuevo, el atractivo poderoso es la experiencia a bordo. El Tanscantábrico y su gemelo Transcantábrico II –creado para satisfacer el aumento de demanda de comienzos de nuestro siglo– cruzan sus caminos a la altura de Llanes.

Uno de los más lujosos del mundo

La estampa, entonces, es irrepetible. Ya en el sur de la Península, entre los meses de abril y octubre, el tren Al Ándalus guía a sus viajeros por las grandes joyas que jalonan la comunidad más poblada de España. Úbeda y Baeza, Córdoba, Sevilla, Granada o Cádiz son solo algunas de las paradas que realiza este tren de porte distinguido con aspecto palaciego y aroma vintage.

Concebido a imagen y semejanza del Orient Express, el original Al Andalus Expreso, que iniciaría la marcha en 1985, restauró cinco coches cama creados en 1929 para los viajes de la monarquía británica por la Costa Azul. Guardó su esencia añeja para convertirse en uno de los trenes más lujosos del mundo.

Hoy, tras el cambio de empresa gestora en 2012, el nuevo convoy conserva la impronta de aquella construcción de los años 20, bien conjugada con la puesta a punto del desarrollo hotelero actual. Ahora, el recorrido se ha ampliado también a otros puntos de la geografía ibérica; lugares recónditos hermanados por el silbido de la majestuosidad al pasar.

La Ruta Extremeña del Al Andalus cata, desde Sevilla y hasta Madrid, en un recorrido de seis días, los grandes hitos de la vía de la Plata, el Parque Nacional de Monfragüe, la imperial Toledo y la noble Aranjuez. La del Camino de Santiago parte de León y finaliza en A Coruña, haciendo un alto en Astorga, Monforte de Lemos, Santiago, Vilagarcía y la ría de Arousa.

La Ruta del Vino aproxima al pasajero a la fértil riqueza enológica de la Ribera del Duero y La Rioja, en un itinerario que parte de León y toma un trago en Valladolid, Miranda del Ebro y Logroño para finalizar en Zaragoza. Destinos nada modestos que se antojan aún más deliciosos si se adivinan, a lo lejos, desde un amplio ventanal. La gran novedad de este verano rueda por las vías del norte de España.

El Tren del Peregrino se inaugura como una opción diferente de realizar el Camino de Santiago por la vía del Camino Francés, con la ventaja de llevar un tren hotel siguiendo la ruta del peregrino y un autocar de apoyo que realiza los traslados desde las estaciones hasta los pueblos que conforman las diferentes etapas del Camino.

Parte desde Madrid, permite subir a bordo una bicicleta si el peregrino prefiere pedalear, y se apea en Astorga, Ponferrada, Monforte de Lemos y Ourense, hasta arribar a la ciudad del Apóstol. No es la forma clásica –ni tampoco la más dura– de lograr la indulgencia compostelana, pero el sonido de la última llamada en el andén es lo suficientemente atractivo como para pensar en no dejar escapar el tren.

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