Las tres acepciones académicas de la palabra lujo en el diccionario son: "demasía en el adorno, en la pompa y en el regalo"; "abundancia de cosas no necesarias", y "todo aquello que supera los medios normales de alguien para conseguirlo". Ninguna de ellas hace referencia a lo que entendemos socialmente por lujo las gentes de a pie: la exhibición o manifestación de riqueza a partir de una idea tan abierta y subjetiva que en ella, como señala el Diccionario general de la lengua española, "cabe todo, desde el caviar beluga al placer de no tener que hacer nada".

Prescindible o deseable, el lujo es un compañero de viaje inseparable del ser humano, que desea, y esa quizá sea la norma común entre las muchas acepciones de la palabra, disfrutar de los placeres indulgentes de los sentidos o la experiencia, sea mediante el uso de un objeto de una calidad superior o llevando un modo de vida menos cruel que el cotidiano y esclavizante que le toca por obligación a la gran mayoría de la población.

Los márgenes de la idea del lujo son muy amplios y van desde la definición utilitaria de Le Corbusier, para quien "el objeto de lujo debe estar bien hecho, ordenada y limpiamente, debe ser puro y saludable, y su desnudez debe revelar la calidad de su fabricación", hasta las más vitales de Coco Chanel —"algunas personas piensan que el lujo es lo opuesto a la pobreza. No lo es: es lo opuesto a la vulgaridad"— o el escritor italiano Cesare Pavese —"todo es un lujo, empezando por estar en este mundo"—.

La exposición What Is Luxury? (¿Qué es el lujo?), que muestra en Londres con su habitual gusto por el abordaje atractivo de los temas referidos a las artes aplicadas el Museo Victoria & Alberto (V&A), ahonda en esta múltiple variedad de significados, estudia cómo los factores del tiempo, la excelencia y la exclusividad varían con el paso de los siglos y propone a los visitantes una reflexión personal sobre su propia forma de entender el fenómeno. La muestra estará en cartel hasta el 27 de septiembre.

"El modo de entender el lujo es algo intrínsecamente personal y cambia a lo largo de nuestra vida, porque está en constante movimiento dependiendo de cada quien", afirma la comisaria de la exposición, Jana Scholze. En el blog del museo, que actualiza a diario informaciones añadidas sobre la muestra —también mantienen un board de Pinterest y también invitan a subir fotos a Instagram con la etiqueta #Luxury—, Annie Warburton, directora de programas del Crafts Council, organismo público que colabora con la exposición, argumenta que el gusto por el lujo no admite una explicación fácil: puede ser entendido como "redentor" para rodearnos de objetos bellos y útiles, pero también como "antídoto a nuestra inquietud vital".

La muestra reúne objetos insólitos para reflexionar acerca de la naturaleza del lujo: desde una opulenta corona eclesiástica portuguesa de 1760 de oro y con incrustaciones de esmeraldas, diamantes y rubíes, hasta una máquina expendedora de ADN, una instalación artística de Gabriel Barcia-Colombo que juega con la idea de poder comprar material genético tomado de muestras de saliva de otras personas e invita a los espectadores a considerar si la biotecnología, como parece probable, va a ser un lujo al alcance de muy pocos... Son más de cien objetos lujosos que pretenden provocar "deseo pero también reflexión".

Aunque gran parte de las piezas son contemporáneas, hay algunas de época que se muestran para conseguir un efecto de perspectiva sobre los cambios en la idea del lujo, como una casulla religiosa veneciana del siglo XVII, el objeto más antiguo de la exposición, que constata la alta capacidad creativa de los artesanos con instrumentos que hoy son casi anacrónicos (tijeras, tejidos, hilo y agujas) o un asiento ceremonial para montar en elefante de 1840. Otros elementos curiosos son el reloj Space Traveller, fabricado a mano en 1988 por George Daniels, uno de los mejores relojeros de la historia, o el sombrero-casco de pelaje de filamentos de oro de 18 y 24 quilates del joyero Giovanni Corvaja (2009).

La muestra se centra en la idea de que el lujo del siglo XX proviene de la excelencia en la artesanía, mientras que en el XXI a la misma idea se incorporan los valores diseño, innovación y conexión. Esta parte presenta una silla de montar de Hermès que combina la artesanía tradicional de cuero con una estructura tecnológicamente innovadora; una lámpara candelabro de Studio Drift con semillas de diente de león aplicadas sobre luces LED.

También se exponen el collar de Nora Fok Bubble Bath, montado por más de un millar de burbujas de nailon tejidas a mano que dan al poseedor el aspecto de estar en medio de un baño de burbujas, un ejemplo de que los materiales baratos también pueden transmitir la sensación de lujo, y el kit Time For Yourself del joyero Marcin Rusak, donde lo importante es la exclusividad y la extrañeza: incluye un reloj que no da la hora y una brújula que señala el norte de manera aleatoria.