Jessie Burton llega a España y confiere vida a las muñecas de 'La casa de las miniaturas'

  • 'La casa de las miniaturas' ha sido galardonada con el Specsavers Book of the Year 2014 Award y solo en Inglaterra ha vendido 500.000 ejemplares.
  • La historia comienza cuando la protagonista recibe como regalo de bodas una casa de muñecas, algo habitual en 1686 en la alta clase holandesa.
  • La novelista deja claro que, aunque ha partido de la casa del Rijksmuseum, de nueve habitaciones, y se ha documentado con varios libros sobre la época.
Jessie Burton
Jessie Burton
EFE
Jessie Burton

Jessie Burton era en 2009 una joven actriz inglesa que también se ganaba la vida como secretaria de dirección en la City. En una visita al Rijksmuseum de Amsterdam quedó fascinada por una casa de muñecas vio allí y empezó a armar La casa de las miniaturas, exitosa novela que llega a España.

Burton es, seis años después, una joven escritora que con su debut literario -un relato de prosa envolvente y escondidos secretos ambientado en la ciudad holandesa del siglo XVII- ha ganado el Specsavers Book of the Year 2014 Award, ha sido Libro del Año por las librerías Waterstones, y ha vendido, sólo en Inglaterra, 500.000 ejemplares, mientras está en proceso de publicación en una treintena de países.

En una entrevista en la capital de los Países Bajos, Burton, nacida en 1982, rememora que inicialmente sintió una "atracción estética" por la casa de muñecas de Petronella Oortman que se puede ver en la segunda planta del Rijksmuseum, siempre con largas colas de curiosos que quedan petrificados ante la minuciosidad de lo que se reproduce, pero luego pensó que aquello tenía una historia, puso hilo a la aguja, y se sentó ante el ordenador.

Publicado por Salamandra, el lector descubrirá en este libro la peripecia de Nella, quien abandona su pequeño pueblo en el norte de Holanda, con apenas 18 años, para instalarse en Amsterdam, donde convivirá con su marido, un hombre mucho mayor, llamado Johannes Brandt, acaudalado comerciante, que reside en la llamada "Curva de Oro" en una soberbia casa, junto a una rígida hermana soltera y dos particulares criados.

Como regalo de bodas recibirá una casa de muñecas, algo habitual hacia 1686 entre las mujeres de la clase alta holandesa, no entre las niñas, y que, bromea Jessie, podría tener concomitancias con el "facebook" del siglo XXI, puesto que cada uno de estos lujosos objetos servía para exhibir un determinado e ideal modo de vida.

Ella, que de pequeña era más de los conejos Sylvanian que de las muñecas, advierte que estas casas no eran juguetes, y, en el caso de la de Petronella Oortman, se calcula que "unos 800 artesanos intervinieron en ella durante una veintena de años", porque cada cambio que se vivía en la familia, verbigracia, un nacimiento o un deceso, quedaba reflejado en la habitación correspondiente.

Carey, peltre, maderas de roble o esmeraldas de lejanos países eran utilizadas en su construcción, en la que se invertían ingentes cantidades de dinero para unos objetos hechos a escala, con todo tipo de detalles, y que daban cuenta del estatus social.

La novelista deja claro que, aunque ha partido de la casa del Rijksmuseum, de nueve habitaciones, y se ha documentado con varios libros sobre la época, todo lo que relata sobre Nella y una enigmática y rubia miniaturista que se cruza en su camino es ficción y surge de su imaginación.

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