Nuestros profesores del tranvía

Sevilla ya tiene conductores para sus tranvías. Los verá estos días en la cabina. Escondido junto a ellos, su secreto, el «hombre muerto»: un sistema automático de seguridad para detener el tren.
Elías es el más veterano, lleva 21 años en Tussam; José Antonio y Antonio llevan 7; y José Luis, 18. (Kako Rangel)
Elías es el más veterano, lleva 21 años en Tussam; José Antonio y Antonio llevan 7; y José Luis, 18. (Kako Rangel)
Elías es el más veterano, lleva 21 años en Tussam; José Antonio y Antonio llevan 7; y José Luis, 18. (Kako Rangel)

Elías, José Antonio, José Luis y Antonio tienen algo en común: son los primeros maquinistas del metrocentro.

Después de llevar entre 21 y 7 años conduciendo autobuses de Tussam sustituyen el volante por un manipulador.

Durante tres meses han sido aprendices y ahora se convierten en maestros.

La próxima semana comienzan a formar a 24 compañeros de Tussam para convertirlos en conductores del metrocentro. Los cuatro han pasado 9 semanas en Bilbao formándose para manejar un tranvía. Han aprendido la teoría y, por supuesto, la práctica, que ha finalizado en Vélez-Málaga.

«Es un orgullo ser los primeros pero también una responsabilidad porque cae mucho peso en nosotros a la hora de mover un sistema nuevo que anda con peatones a los lados», explica José Luis Martínez. Es precisamente eso, la convivencia con los viandantes, lo que consideran más difícil.

«Tiene que haber una adaptación entre vehículos, peatones y la unidad tranviaria. Darlo a conocer y que la gente se acostumbre lleva un tiempo», dice A. Garrido.

Tussam prepara unos folletos de convivencia para educar al público.

No obstante, nada tendrá que ver esta nueva era del tranvía con la que hubo en Sevilla en la primera mitad del siglo xx. Los frecuentes accidentes provocaron que los sevillanos le cogieran miedo.

Ahora, las técnicas avanzadas hacen de la seguridad su punto fuerte.

Cada 30 segundos

Disponen de tres sistemas de frenado –de emergencia, de urgencia y de servicio–, de un dispositivo de arenado, cámaras interiores y exteriores y, lo más curioso, una comunicación on-line entre conductor y tranvía.

«Es lo que llaman hombre muerto», explica Elías Álvarez. El tren envía una señal de aviso cada 30 segundos. Si el conductor no responde (pisando un pedal) en tres segundos el tranvía se detiene.

La seguridad es una de las mayores diferencias entre el autobús y el tranvía.

«Pero tendremos más responsabilidad, transportaremos a muchas personas», dice José Antonio Tinajero (6.000 personas a la hora en hora punta).

Ante la ilusión del reto que se les presenta, aseguran que no echarán de menos nada del autobús. «Bueno sí, el dolor de espalda», dicen entre risas.

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