De Sierra Maestra al cerco de Sarajevo: condensan la obra del reportero total Enrique Meneses

  • El fotoperiodista español de mayor recorrido y alcance protagoniza una retrospectiva en Madrid dentro de la programación de PHotoEspaña 2015.
  • Culto y comprometido con la sociedad, Meneses (1929-2013) alcanzó notoriedad mundial cuando fue el primero en 'colarse' en el germen de la revolución castrista.
  • Se movió por el mundo haciendo fotos, grabando audiovisuales y 'tuiteando' hasta los 80 años con una sola máxima: 'Ir, ver, anotar, grabar, volver y contarlo'.
Cassius Clay (más tarde Muhammad Alí) leyendo sus poesías en Nueva York, en el Lower Manhattan. El bar se llamaba Toma Tercera (Take Three). "Eran versos que se hacía a él mismo, sobre que nunca nadie le tocaría la nariz", escribió Meneses sobre esta foto
Cassius Clay (más tarde Muhammad Alí) leyendo sus poesías en Nueva York, en el Lower Manhattan. El bar se llamaba Toma Tercera (Take Three). "Eran versos que se hacía a él mismo, sobre que nunca nadie le tocaría la nariz", escribió Meneses sobre esta foto
© Enrique Meneses
Cassius Clay (más tarde Muhammad Alí) leyendo sus poesías en Nueva York, en el Lower Manhattan. El bar se llamaba Toma Tercera (Take Three). "Eran versos que se hacía a él mismo, sobre que nunca nadie le tocaría la nariz", escribió Meneses sobre esta foto

Tenía diez mandamientos que consideraba de obligado cumplimiento no sólo para ser un buen fotorreportero, que lo era a carta cabal, sino también para ser una buena persona. Lo había reunido en lo que llamaba Decálogo del aventurero. La máxima de inicio dice: "Piensa que no has heredado este planeta sino que lo tienes en usufructo y has de devolverlo mejor que lo encontraste". La de cierre es el mejor complemento: "Si eres un auténtico aventurero, sé fuerte con los fuertes y débil con los débiles".

El código de conducta de Enrique Meneses (1929-2013) le llevó a recorrer el mundo, retratar lo que veía, escribir reflexivamente sobre lo que sus ojos habían detectado antes y, lo más importante, regresar para poder compartirlo. "Ir, ver, anotar, grabar, volver y contarlo", decía con su bonhomía habitual cuando ya era una figura mundial del fotoperiodismo y seguía, sin embargo, actuando con la nobleza y el ímpetu de un recién llegado. Esos valores le llevaron a colgarse la cámara del cuello por última vez para retratar, ya sexagenario y enfermo, el atroz cerco de Sarajevo.

Los Castro, Dylan, Picasso, los Borbón...

Enrique Meneses. La vida de un reportero, una retrospectiva organizada por la Comunidad de Madrid y en cartel en la Sala Canal de Isabel II (cale Santa Engracia, 125) hasta el 26 dentro del programa de exposiciones de PHotoEspaña 2015, es una condensación de la obra del único reportero total que ha dado el gremio en España. Inevitablemente, se queda corta: Meneses fotografió a los hermanos Castro y al Che en Sierra Maestra —fue el primero en colarse en el refugio-lanzadera de la revolución cubana—, a Martin Luther King en la Marcha sobre Washington, al Ku Klux Klan, a Marlon Brando y Paul Newman, a Picasso de colegueo con Dominguín, a Dalí en plan divino, a Bob Dylan cuando era un niñato, a Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia sin arrugas en la cara y con pocas manchas todavía en el currículo, a Cassius Clay cuando todavía no conocía el Corán...

La exposición, basada en el libro del mismo título que editó La Fábrica en 2013, quiere ser un recordatorio de que Meneses, un hombre "decidido, culto, apasionado y lleno de recursos", tenía también el "instinto preciso" para ser testigo de cargo de muchos de los momentos que marcaron la historia de la segunda mitad del siglo XX y vivir para contarlos con agudeza e intención. Los organizadores destacan que hablamos del "reportero español más internacional", uno de los pocos que lograron colocar fotos en los exigentes escaparates de los mejores medios: Life, Paris Match o The New York Times.

Sin artificios

"Fotografió lo que presenció, con la genuina intención de obtener una imagen para documentar un hecho. Despreció todo artificio estético y actuó como fotógrafo ausente para no alterar el momento", dicen los organizadores para evitar la evidencia de que Meneses no tenía buen ojo para la composición y la luz, aunque sí un gran don de la oportunidad.

La Consejería de Empleo, Turismo y Cultura de la Comunidad de Madrid también se refiere de pasada al trabajo de Meneses en los últimos años, cuando se convirtió en un decidido agente ciudadano que sembraba el mundo virtual, mediante el tuiteo constante y la publicación de un blog, de reflexiones pertinentes y adecuadas a la tragedia de la crisis y el desprestigio de una clase política que no se merece a la sociedad que rige.

En las venas, 'tinta... y algo de whisky'

Una de las últimas reflexiones públicas del veterano y socarrón reportero —"soy un joven con muchísimo porvenir", decía, y también añadía que seguía viviendo gracias a la "tinta en las venas..., mezclada con algo de whisky"— se refería al 15-M, un movimiento que "estableció extensas listas de cambios que necesita esta sociedad para ir a mejor y descartar lo inútil, injusto y obsoleto. Los dirigentes no les escuchan porque nuestra clase política se quedó anclada en los sillones de mimbre del Casino del pueblo".

Coordinada por el fotógrafo Chema Conesa, Enrique Meneses. La vida de un reportero es el resultado de un trabajo de selección sobre el archivo del fotógrafo, custodiado por la fundación que dejó casi lista antes de morir para que sirviese de inspiración y ayuda a jóvenes reporteros. La muestra reúne 90 fotografías en blanco y negro, algunos objetos personales que pertenecieron al reportero y un par de audiovisuales sobre reportajes que Meneses realizó para el programa de TVE Los reporteros.

Según Conesa, Meneses "se anticipó al concepto actual de informador" polivalente, pues la fotografía era para él un medio tan válido como la palabra para contar la realidad. "Lo que le interesaba era que la foto llegara a tiempo y no trató nunca sus negativos como obras de arte". Este desentendimiento provocó que gran parte de la obra del reportero se perdiera en las redacciones de los medios.

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