El Tribunal Supremo ha elevado de tres años y tres meses de cárcel a diez años la pena impuesta a un hombre que, la madrugada del 6 de noviembre de 2011 en la zona de ocio del Port Olímpic de Barcelona, se lanzó a propósito al mar con su coche, en el que iban cuatro amigos, porque no le ayudaron en una pelea.

De este modo, estima el recurso interpuesto por la Fiscalía y la acusación particular contra la sentencia dictada en primera instancia por la Audiencia de Barcelona, que le condenó por un delito contra la seguridad del tráfico de conducción temeraria, al considerar que los hechos constituyen cuatro homicidios en grado de tentativa.

El reo, que entonces tenía 34 años, bajó la ventanilla para poder escapar —aunque los Mossos d'Esquadra le detuvieron—, aceleró y se lanzó al agua en la confluencia de los muelles de Mestral y Gregal. Todos los ocupantes pudieron salir por sus propios medios del vehículo aunque sufrieron varias lesiones por las que el reo ya fue condenado en primera instancia por cuatro faltas de lesiones.

La Sala Penal del alto tribunal le impone una pena de dos años y seis meses de cárcel por cada uno de los delitos de intento de homicidio con la atenuante muy cualificada de embriaguez, pues presentaba una tasa de alcoholemia de 0,63. Al tratarse de varias penas por el mismo delito, no pasará más de siete años y medio en prisión, el triple del tiempo de la pena más grave, según establece el Código Penal.

La sentencia recuerda que el hombre se lanzó al mar tras reprochar a sus acompañantes que no le hubieran ayudado en una riña que había tenido con unos jóvenes, y después de que uno de los amigos le llamase "maricona". "El autor no compromete la seguridad del tráfico, sino la vida de sus amigos con los que está enfadado y realiza una conducta consistente en precipitar el vehículo al mar", sostiene el tribunal.

El Supremo agrega que "un supuesto de utilización del vehículo a motor como instrumento hábil para producir un resultado de muerte de los ocupantes del vehículo" En esta línea, recuerda que el autor puso en riesgo la vida de sus amigos y no la vida o la integridad de personas indeterminadas, como ocurre en los delitos contra la seguridad del tráfico.