Desde una realidad tremendamente dura en la que reinaban la confusión, la desolación y el desconcierto, Hernán Zin describió en directo para este diario, a través de su edición impresa y en su blog en 20minutos.es, la vida en medio de la guerra y la angustia ante la destrucción, el horror ante la muerte y el dolor insoportable del pueblo palestino.
Un año después, aquellos relatos han tomado cuerpo en una obra que no puede leerse sin el mismo estremecimiento que entonces provocaron sus crónicas.
‘Sólo el mar ofrece una salida’
El autor utliliza en este extracto del primer capítulo del libro la metáfora de las olas del Mediterráneo para hablar de lo implacable del castigo colectivo impuesto por Israel a Gaza.
Las olas rompen con furia en la playa. Toman altura, avanzan y se precipitan en la arena. Su ahogado clamor oculta el sonido de los tanques que esta mañana han comenzado a disparar sus obuses contra los pueblos del norte de la franja de Gaza. Durante unos segundos me olvido del dolor, la rabia y la muerte que nos rodean. Una vez más me digo que éste podría ser un lugar de extraordinaria belleza.
Observo la arena reverberante de luz, el cielo azul, límpido, surcado de nubes blancas. Siento la brisa cargada de sal y humedad que emana del mar. Sin embargo, llevo el suficiente tiempo aquí, compartiendo el sufrimiento y la desesperación de esta gente, para saber que se trata de una tregua momentánea, ilusoria, que en cualquier instante llegará a su fin.
Porque ésa es la esencia del castigo que Israel ha impuesto a los habitantes de Gaza. Cuando los aviones no lanzan sus misiles y los tanques dejan de disparar, la escasez de agua, de electricidad, de alimentos y medicinas, la brutal miseria en la que estamos inmersos, se encarga de recordarnos que más allá de las fronteras de esta estrecha porción de tierra de 365 kilómetros cuadrados hay alguien que ha tomado la decisión de vengar una afrenta. Sólo el mar Mediterráneo ofrece el vago espejismo de una salida, de una escapatoria.
Quizá debido a que su vasta presencia habla del paso del tiempo, de los hombres que a lo largo de los siglos fatigaron sus aguas pletóricos de sueños, de nostalgias, de anhelos de poder. Tarde o temprano, todo pasa. La vida misma es una experiencia efímera.
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