Esta pasada madrugada tuvo lugar en el Staples Center de Los Angeles (California, Estados Unidos) la ceremonia de entrega de los 57 Grammy Awards, con un saldo más que positivo para Sam Smith y Beck, auténticos ganadores de la velada al acaparar los galardones más relevantes.

Pero más allá de los premios, la gala estuvo plagada de actuaciones, algunas más estelares que otras, con algunos momentazos dignos de ser recordados (como por ejemplo Kanye West interrumpiendo el discurso de agradecimiento de Beck). Dejando al lado las inevitables polémicas, a continuación repasamos cinco momentos que hicieron de la noche un espectáculo a la altura de lo esperado.

Ya hace unos días escuchamos y vimos el videoclip de Four Five Seconds, la improbable colaboración entre Rihanna, Kanye West y Paul McCartney. Un trío que se hizo carne en la noche más importante del año para la industria musical para una interpretación en directo de las que merecen la pena de antemano, ya solo por los nombres de los implicados.

El inglés Sam Smith fue el gran triunfador de la noche, pues con su soul intenso y elegante (¿la versión masculina de Adele?) logró los premios a Grabación del Año, Mejor Artista Nuevo, Mejor Álbum de Pop Vocal y Canción del Año por Stay with me. Precisamente ésta última interpretó con la ayuda de Mary J. Blige y un coro angelical.

Cuatro años después de su último concierto (en junio de 2010 en Bilbao), el grupo AC/DC regresó oficialmente a los escenarios en los Grammy, donde no competían por ningún premio debido a que su reciente disco Rock or Bust fue publicado fuera de plazo.

Pero allí estuvieron (sin Malcolm Young y sin Phil Rudd, éste último reemplazado por Chris Slade) para abrir la gala con Rock or Bust y Highway to Hell para gozo de los asistentes.

Al fin una alegría para Madonna, después de semanas en las que le están complicando la vida a lo grande por culpa de las filtraciones de su nuevo disco, Rebel Heart, que aunque tiene fecha de lanzamiento oficial para el 10 de marzo, ya ha corrido por internet más que la pólvora. Su actuación en los Grammy nos recordó por qué es la Reina del Pop.

Menudo lavado de cara le hizo (el omnipresente) Pharrell Williams a su celebérrimo Happy. Una versión por momentos irreconocible, con apoyo de un extenso coro gospel y la valiosa aportación del pianista Lang Lang. Grandilocuencia vitalista.