El Canalejo teme el colapso si no arrancan ya las obras

El nuevo gerente reclama iniciar la ampliación y recuperar los dos años de retraso, o será «imposible seguir trabajando». Su prioridad, aliviar urgencias.

El complejo hospitalario Juan Canalejo está al borde del colapso. Lo dicen las colas diarias en urgencias y lo reconoce la propia dirección.

La dimisión forzada de Luis Vicente Sánchez al frente de la gerencia y su sustitución por el doctor José García Buitrón les dio ayer a ambos ocasión para críticas y advertencias. Si la situación al límite del centro (la espera para una operación es de 72 días) le costó el puesto al primero, el segundo habló alto y claro sobre el futuro del hospital, que vinculó al inicio de las obras de ampliación, porque si no «es imposible seguir trabajando y progresando», sentenció.

Buitrón admitió que los trabajos incluidos en el plan director del complejo acumulan ya «dos años de retraso» y subrayó que esto tiene consecuencias.

Problemas en urgencias

Con unos 500 pacientes al día, García Buitrón calificó la situación de urgencias de «un problema diario». Aunque en los últimos meses ha ganado espacio para mejorar la atención de los enfermos, el fin de la saturación crónica pasa por la segunda fase del plan director, que incluye la construcción de una nueva unidad de urgencias de casi 4.000 m2 (por los 1.000 que tiene ahora). Ocupará toda la planta baja del edificio central actual, en cuya reforma se centra esta segunda fase del plan director, que también incluye la creación de un gran bloque de cirugía que dispondrá de 5.000 m2.

Con esta ampliación de espacio –y de prestaciones y personal–, el Sergas espera acabar con la saturación y mejorar la asistencia. Pero en la práctica, el retraso en las obras aumenta las esperas y resiente la atención. «Hay que recuperar el tiempo perdido porque si no, el hospital no tiene salida», concluyó el gerente.

LA DESPEDIDA

Méritos poco valorados: El ya ex gerente Luis Vicente Sánchez criticó el escaso reconocimiento al trabajo hecho y arremetió contra los sindicatos: «La sanidad pública no está para recibir capones».

Lo que deja: En 15 meses inauguró el nuevo edificio y eliminó la cuarta cama. Redujo de 74 a 72 días la espera para operarse, pero en las últimas semanas se han cancelado numerosas cirugías por la huelga de interinos.

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