Una parte de estos terroristas, aproximadamente 50, son liberados (a sueldo de la banda); el resto son legales, es decir, no fichados, con menos experiencia, y en su gran mayoría procedentes de la kale borroka.

Los servicios antiterroristas sitúan a Eneko Gogeascoechea, de 40 años, como "el ingeniero" de la banda, el nuevo especialista en explosivos, que está enseñando a sus compañeros cómo colocar trampas en las bombas para ‘cazar’ a los agentes que las puedan desactivar.

Una nueva habilidad que ETA define, según la documentación incautada al comando Donosti, como "nuevos mecanismos para el perro que los corte".

Gogeascoechea está apoyado en esta labor por otros dos etarras veteranos, Luis Iruretagoyena, alias Suny, de 41 años, y Tomás Elgorriaga Kuntze, de 43 años.

Sus nombres aparecen en la documentación incautada al etarra Iker Aguirre cuando fue detenido el 25 de enero en Portbou (Girona).

ETA estaría trabajando en nuevos sistemas para anular a los inhibidores de frecuencia, la protección que evita la activación de una bomba a distancia. Los inhibidores se utilizan mucho en edificios y coches oficiales.

ETA, sin dinero

El informe policial también revela que ETA está sin un duro. La contabilidad incautada al aparato de extorsión de la banda terrorista, desarticulado en junio del año pasado, deja claro que ETA no tiene dinero y vive al día.

Su mayor fuente de ingresos sigue siendo el chantaje.

Los empresarios vascos y navarros han denunciado en siete ocasiones, desde el inicio del alto el fuego (marzo de 2006), el envío de cartas de ETA exigiendo el pago del impuesto revolucionario.

Para presionar, la kale borroka (terrorismo callejero) se ha centrado en las empresas: 61 ataques en sólo cuatro meses.

149 ataques en las calles

En los cuatro primeros meses del año, la kale borroka ha golpeado en 149 ocasiones en las calles del País Vasco y Navarra, más de la mitad de los 259 ataques que se produjeron en los nueve meses de alto el fuego de 2006.

Los peor parados han sido los empresarios, que han sufrido 61 agresiones, seguidos de las sedes de los partidos políticos, con 24 ataques.