Un lío llamado Campuzano

Los peatones cruzan la plaza al creer por error que es peatonal, y se topan con buses y coches. El Ayuntamiento podría pintarla para evitar atropellos.
Una mujer atraviesa la nueva plaza. (B. Hernández)
Una mujer atraviesa la nueva plaza. (B. Hernández)
Una mujer atraviesa la nueva plaza. (B. Hernández)
«Le voy a meter un pitido que se va a enterar», anuncia divertido el policía municipal. Fliiii. «¡Por la acera señora!». Al agente se le escapa la sonrisilla. «Ji, ji».

La Plaza Campuzano anda revuelta desde que se abrió el pasado lunes tras dos años de obras. Resulta que ha quedado muy coqueta, con su fuente, jardincito y todo. Parece un lugar de esparcimiento; para estos paseos de días de mayo.

Pero nada de eso. Alrededor de la fuente pueden circular coches y autobuses. Lo hacen sobre un adoquinado muy cuidado, que da la imagen de peatonal. Así que los transeúntes se meten por mitad de la plaza hasta que un autobús les asalta. Fliii. «Por la acera, señora», grita el agente.

Estas escenas divierten al bilbaíno ocioso. Ayer la gente se paraba a disfrutar de la escena. Pero eso no quita para que los vecinos exijan al Ayuntamiento una de dos: o dejar claro que Campuzano no es peatonal, o cerrarla al tráfico. «Hombre, puede despistar que la acera y las losetas estén al mismo nivel. Pero te das perfecta cuenta de que la plaza es para coches.

Hay pasos de cebra y flechas», terció ayer Iñaki Azkuna. Al alcalde de Bilbao dice que le daría pena, «pero si fuera necesario pintaríamos las losetas para decir que esto es carretera». Por si acaso, la Policía estará en la plaza una semana para guiar al peatón: «¡Por la acera, señora!».

La moto de las tres multas

Una moto venía por Rodríguez Arias en dirección contraria. Se metió en Campuzano y dio la rotonda al revés. Y siguió por Rodríguez Arias en sentido prohibido. Fliii. Paquete al canto. «Tres multas en un segundo. Increíble», cuenta el quiosquero de Campuzano, que vio la escena el miércoles pasado. Tras dos años cerrada al tráfico, la plaza trae de cabeza a todos. Los coches se meten por Gregorio de la Revilla, sólo abierta a buses y taxis. Y los vecinos se quejan de que les han puesto farolas junto a la ventana.

Ana María. Ama de Casa. 50 años. «Pero, ¿cómo iba a saber yo que esto era para coches? He cruzado por aquí tranquilamente, y de reprente me viene un autobús por detrás y me pita. Es que tienen que señalizarlo mejor o va a pasar algo malo».

Unai Vélez. Quiosquero de la plaza. 30 años. «Vaya revuelo que ha traído la plaza. Hay muchas farolas para ahuyentar al vandalismo y los vecinos no pueden dormir. Y los chavales que vienen a hacer piruetas con la bici, no saben que esto es para coches».

Curra Apalategi. Ama de casa. 57 años. «Que Azkuna se pinte la cara», responde al enterarse de que el Ayuntamiento se plantea pintar la plaza para evitar confusiones. «Esto ha quedado precioso, y merece ser peatonal como Moyua».

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