Además, han reforzado el personal, han dividido la UCI en dos áreas aisladas y han creado una sala de reanimación alternativa.
A pesar de estas medidas extraordinarias, la aparición de la bacteria Morganella Mogarnii ha reducido considerablemente la capacidad de atención en las áreas de pacientes críticos. Por eso, según explicaba ayer el jefe del servicio de la UCI del Xeral, Carlos Vara, una buena parte de ellos están siendo «trasladados a otros centros como el Meixoeiro». Las únicas áreas que mantienen su actividad normal son las de referencia del Xeral, como es el caso de Neurocirugía.
Alarma innecesaria
Mientras, de los 25 pacientes que resultaron infectados por Morganella, sólo ocho continúan afectados y evolucionan favorablemente de la neumonía provocada por la bacteria. Aunque su estado se agravó al principio, «se han curado todos», aclaró el responsable del área de Infecciosos, César Martínez, quien aseguró además que desde el pasado 20 de abril no se han detectado nuevos casos y que «no se debe crear una alarma innecesaria».
Control diario exhaustivo
Desde que la Morganella hizo su inesperada aparición en las instalaciones del Xeral, la dirección del centro ha puesto en marcha un completo equipo de control y respuesta para evitar que vuelvan a repetirse casos como el del Aspergillus, que se cobró la vida de seis personas operadas en el Meixoeiro en 1998. En esta ocasión, según explicó ayer la jefa de Medicina Preventiva del Xeral, Margarita Cueto, se han realizado muestreos diarios en pacientes, ambientes y materiales de las zonas infectadas.
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