El que fuera su padre político y posterior rival, el ex presidente Mihail Gorbachov, expresó sus condolencias por la muerte de Yeltsin. De él dijo que fue un personaje «con grandes méritos ante el país y también con grandes errores». Representantes de la Casa Blanca calificaron ayer a Yeltsin como un «personaje histórico» en un momento de «grandes cambios y desafíos».

En Estados Unidos no olvidan el papel decisivo de Yeltsin a la hora de precipitar la caída de la URSS tras la Guerra Fría.

No obstante, para los ciudadanos occidentales resulta complicado desligar al personaje de sus problemas con el alcohol, lo que generó una imagen muy devaluada del mandatario ruso.

Testimonio desde Moscú Gregory Kunais –, uno de los responsables de Moy Rayon, la red de diarios rusos– contaba ayer a 20 minutos desde Moscú que, en su opinión, Rusia vive la desaparición del ex presidente Boris Yeltsin con una clara «mezcla de sentimientos».

Recuerda además que  la de Yeltsin fue «una época complicada, de muchos cambios, con una enorme corrupción entre los políticos y problemas económicos realmente acuciantes».

Boris Yeltsin

El reformista que acabó con la URSS

1931 Nace en Butka.

1961 Entra en el Partido Comunista de Rusia.

1985 Llega a  la cúpula del PCUS.

1991 Accede al Gobierno e inicia la demolición de la URSS.

En la retina de la historia quedará su imagen encaramado a un tanque en el golpe de Estado de 1991, llamando a las masas a la «desobediencia civil» como única vía para lograr las reformas que persiguió hasta llegar al Kremlin. Llegó al poder con el apoyo del pueblo y prometiendo más cambios de los que ofreció una perestroika que le supo a poco.  Tras de sí dejó una crisis económica  enorme y graves enfrentamientos armados en la república caucásica de Chechenia.