Exceso y glotonería en opulentos bodegones de cerámica

  • Dirk Staschke describe sus naturalezas muertas como "opulentas e incomibles, hermosas y a la vez desagradables".
  • El artista estadounidense lleva al presente los exquisitos bodegones de la pintura flamenca del siglo XVII.
  • La comida apilada y mezclada es "una metáfora del exceso de consumo material".
'Alegoría devoradora', uno de los bodegones del artista estadounidense
'Alegoría devoradora', uno de los bodegones del artista estadounidense
© Dirk Staschke
'Alegoría devoradora', uno de los bodegones del artista estadounidense

Elevado a la excelencia en la pintura flamenca del siglo XVII, el bodegón representa tradicionalmente alimentos suculentos y exquisitas piezas de vajilla y cubertería, es una metáfora de la vida terrenal (efímera y sensual) y también un regalo para la vista cuando recreamos en nuestra mente el sabor de los manjares o la sensación de tener entre las manos una historiada bandeja de plata o una fina copa de cristal.

En las piezas escultóricas de cerámica de Dirk Staschke (Alabama, 1871) hay alimentos que deberían ser apetecibles si no fuera por los colores apagados y, sobre todo, por la cantidad desmesurada. El artista estadounidense residente en Canadá describe la comida que representa como "opulenta e incomible, hermosa y a la vez desagradable". En cada bodegón, comer —"un ritual mundano" digno de alegría y celebración— se convierte en "una metáfora del exceso de consumo material".

Los arreglos de cerámica son confusos, las frutas y las verduras se amontonan y entre medias asoman vísceras y carne pálida. Staschke atiborra al espectador también con repostería, en obscenas pilas de pasteles de crema y bollería glaseada y bolas de helado. A veces opta por el dinamismo y estampa contra la pared el exagerado contenido de una cornucopia (un tradicional símbolo de la abundancia pervertido por el exceso) o el pastel y los bollos de la hora del té.

"Belleza decadente"

Let Them Eat Cake (Que coman pastel) es una de esas piezas explosivas y una de las preferidas del artista. Inspirado por el bodegón de la pintura holandesa del barroco, le da vueltas al concepto de vanidad, tan presente en la época, que recordaba al espectador la brevedad de la vida. En lugar de símbolos de la muerte como cráneos o velas apagadas, el autor elige la "belleza decadente" de un pastel con guindas o de una delicada taza de porcelana estrellándose en toda su hermosura.

Reconoce que se debate entre "dos nociones opuestas de belleza": el objeto artístico es para él de "una belleza de suntuosa santidad", pero también "porquería superficial".

Entiende que su idea de la belleza afeada viene del "bombardeo diario de imágenes y objetos estudiados y refinados para encajar" con su perfil social y demográfico. Siempre receloso de una cultura de consumo que incita a adquirir más de lo que necesitamos y a comer más de lo que nos apetece, sus esculturas son de una gran destreza técnica y creativa, pero nunca dejan de lado la vulgar glotonería.

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