El declive de Rochester, sede durante 125 años del quebrado imperio fotográfico de Kodak

La torre de la derecha pertenece al antiguo cuartel general de Kodak
La torre de la derecha pertenece al antiguo cuartel general de Kodak
© Alex Webb - "Memory City: The Fading Days of Film", by Alex Webb and Rebecca Norris Webb is published by Thames & Hudson
La torre de la derecha pertenece al antiguo cuartel general de Kodak

Durante más de un siglo, fue llamada Capital Mundial de la Imagen. Pese a que hablamos de una ciudad de pequeño tamaño (210.000 habitantes según los últimos datos censales) y ubicada en una zona alejada de las rutas del comercio y la cultura —al sur de lago Ontario, en el estadode Nueva York, al noreste de los EE UU—, el lema no era producto de la exageración o el patriotismo locales. En casi cualquier hogar del mundo hay algo fabricado en Rochester.

Desde 1888 hasta 2012, la población, originariamente parte del territorio de los indios iroqueses, albergó el cuartel general de Kodak, la empresa de fotografía que llegó a controlar la venta del 90 por ciento de película y el 85 por ciento de todas las cámaras del mundo.El Gigante Amarillo —nombre derivado del inconfundible color corporativo de la firma— quebró en 2012. Entre la fundación y el cierre pintó casi un siglo de memoria colectiva con los tonos cálidos de su temperatura de color, sobre todo gracias a la gloriosa película Kodachrome que, como decía la canción, "hace que el mundo parezca un día de sol".

Crecieron en los años Kodak

Los fotógraf0s estadounidenses Alex Webb y Rebecca Norris Webb, marido y mujer, crecieron en los mejores años de Kodak —él nació en 1952 y ella en 1956—. Como propietarios de un pasado de instantáneas familiares tomadas en película y reveladas en papel fotográfico de la compañía, sufrieron el aguijón de la tristeza cuando la empresa echó el cierre. Como fotógrafos que siguen usando material químico en estos tiempos de dictadura digital, decidieron rendir un homenaje personal a la ciudad de Kodak.

El reportaje que firman en conjunto, Memory City: the fading days of film (Ciudad de la memoria: los marchitos días de la película química) suena a nostalgia y desolación desde el título. Las fotos, que edita en libro Thames & Hudson [132 páginas más una separata de 24 y un PVP en libras esterlinas de 39,95], intentan mostrar las consecuencias sociales, económicas y sentimentales de la quiebra de Kodak para Rochestar, una ciudad donde hasta 60.000 personas —el 60% de todos los trabajadores— llegaron a ser empleados de la macroempresa.

Epitafio poético

El tono que eligen los reporteros es de epitafio y la intención, poética. Desde la primera imagen queda claro: un reflejo fantasmal en el cristal de un escaparate del cuartel general de Kodak, un edificio de 19 plantas que ocupa todo el espacio de una enorme manzana de  Rochester. Es el mismo lugar, aunque fue ampliado varias veces, donde a finales del siglo XIX  George Eatsman (1854-1932), el fundador del imperio, había alquilado una planta para empezar con el negocio desde la que cimentó una de las mayores fortunas personales de los EE UU —se suicidó de un disparo en el corazón por el intenso dolor de una larga y penosa estenosis espinal dejando una nota en la que era escueto: "A mis amigos. Mi trabajo está hecho. ¿Por qué esperar?".

Los Webb usaron para hacer las fotos los últimos rollos que les quedaban del vibrante Kodachrome aunque también dispararon con Portra, una de las pocas películas de la empresa que todavía están en el mercado. Para cerrar el círculo, intentaron que algún laboratorio de Rochester revelara los negativos y se encontraron con que en la otrora Capital Mundial de la Imagen sólo quedaba una persona con cuarto oscuro y, por condicionantes técnicos, no podía revelar película en color. Les dió igual: encargaron que las fotos tomadas en Kodachrome fueran positivadas en blanco y negro.

"Una cualidad de recuerdo que se desvanece"

En el recorrido por la ciudad, un deambular al azar que buscaba palpar el estado de ánimo de los vecinos y quizá demostrar la hipótesis de que la quiebra de Kodak también había traído cierta melancolía social, tomaron fotos durante los que pueden ser los últimos días del film tradicional, derrotado fulminantemente por la industrial digital. El reportaje tiene aire, como dicen los fotógrafos, "una cualidad de recuerdo que se desvanece", de "meditación" sobre la memoria, el tiempo y la propia ciudad.

Mientras Alex Webb —socio de la agencia Magnum— se dedicó a mostrar escenas de la vida diaria de la ciudad, Rebecca Norris prefirió optar por un enfoque más historicista, teniendo en cuenta que Rochester fue el hogar natal de Susan B. Anthony (1820-1906), una de las sufragistas más entregadas a la causa en los EE UU —dedicó 45 años de su vida a hacer campaña en favor del derecho femenino al voto— y la ciudad de residencia de dos notables poetas vivos, John Ashbery (1926) e Ilya Kaminsky, nacido en Ucrania en 1977 y residente en la ciudad desde niño.

Kodak quebró siendo propietaria de unos 1.100 registros industriales, entre ellos todos los básicos para la captura y procesado de fotos y vídeo que usan el resto de fabricantes. Las megacorporaciones del silicio Apple y Google, dejaron de lado una larga lucha financiera en 2012 para aliarse y realizar una oferta conjunta de 500 millones de dólares (381 millones de euros) por las patentes. Kodak, cuyo polémico CEO es el gallego Antonio Manuel Pérez (Vigo, 1947), aún no ha tomado una decisión sobre la venta. La empresa, que se dedica prácticamente sólo al negocio de la impresión, se ha instalado en Suiza.

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