El Cabildo de Tenerife destina 40.000 euros a trabajos de mantenimiento en el Museo de Historia

El Cabildo de Tenerife destinará 40.000 euros a trabajos de mantenimiento en el Museo de Historia y Antropología de La Laguna (Casa Lercaro), una actuación que comenzará en breve y que consistirá en el acondicionamiento de la fachada y la carpintería exterior del inmueble, declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento Histórico en 2008 e inaugurado como museo en 1993.
Museo de Historia y Antropología de Tenerife
Museo de Historia y Antropología de Tenerife
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Museo de Historia y Antropología de Tenerife

El Cabildo de Tenerife destinará 40.000 euros a trabajos de mantenimiento en el Museo de Historia y Antropología de La Laguna (Casa Lercaro), una actuación que comenzará en breve y que consistirá en el acondicionamiento de la fachada y la carpintería exterior del inmueble, declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento Histórico en 2008 e inaugurado como museo en 1993.

Así, las labores principales estarán encaminadas a pintar y repasar la carpintería, procediendo a su rastrillado y barnizado para recuperarla del deterioro que ha sufrido por el paso de los años y las condiciones climáticas adversas, todo ello al objeto de conservar la fachada señorial de este museo, que fuera vivienda de comerciantes genoveses.

Cuando el Cabildo adquirió el inmueble en los años 70, el estado de conservación era bastante precario. El paso del tiempo había convertido la casa en panadería, carpintería, colegio y sede de una de las facultades de la Universidad de La Laguna. Con usos tan variados se había compartimentado el espacio, alterado su imagen más original y ocultado tras capas de cal y pintura detalles que por decorativos debieron resultar superfluos en algún momento de su historia.

La rehabilitación del Museo para que quedara tal y como se conoce hoy se hizo en tres fases. Tras reforzar y asentar las cubiertas, llegó el turno de la fachada. Los estudios y catas del equipo de arquitectos descubrieron que a la portada principal le flanqueaban, en origen, dos ventanillos con marco de piedra de cantería, en vez de las tres puertas que se conservaban.

En el piso superior, las ventanas estaban enmarcadas por grandes sillares de piedra que embellecían el salón noble que se custodiaba tras ellas y a un lado y a otro del eje principal de la fachada se descubrieron los esgrafiados que hoy se contemplan. Además, toda la superficie estaba decorada con un llagueado que simulaba regulares sillares de piedra y pequeñas piezas de ladrillo, pero estaba todo oculto tras las sucesivas capas de pintura que fueron incorporándose año tras año a la fachada.

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