El fenómeno de la inmigración se extiende por toda Vizcaya, o por casi toda. El territorio, que aún es una de las provincias del Estado con menos población extranjera (el 4% de la población es foránea), posee residentes procedentes de otros países en 111 de sus 112 localidades, a pesar de contar con una veintena de pueblos con menos de 500 habitantes.

Sólo Arakaldo, el municipio más pequeño del territorio, con 94 habitantes, no ha censado a ningún foráneo. En el resto, por muy pequeños que sean, los inmigrantes forman parte de la vida cotidiana del pueblo. Sin embargo, los técnicos del Observatorio Vasco de Inmigración explican que «lo raro sería que no hubiese inmigrantes en muchos pueblos».

El fenómeno se ha desarrollado desde «hace unos seis años», aclaran. De los 43.395 extranjeros residentes en Vizcaya, casi la mitad, 19.611, viven en Bilbao, pero el resto se reparten por todas las comarcas, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística. La razón: «En los pueblos pequeños se buscan facilidades como la vivienda barata o el trabajo en economías domésticas como la pesca».

La situación es radicalmente opuesta a hace diez años. Según el padrón de 1996, Vizcaya contaba tan sólo con 6.533 inmigrantes censados. Eran el 0,5% de la población vizcaína, de 1.140.000 habitantes. En aquellos momentos, en más de la mitad de las localidades –63, en concreto– no figuraban inmigrantes. Ahora, la población extranjera se han convertido en el motor que ha frenado de raíz el descenso demográfico.

Mezcolanza cultural en las calles de Bilbao

Cada  vez es más habitual ver por la calle a ciudadanos de otras culturas. En Bilbao, y en todo Vizcaya, los inmigrantes forma parte de la vida diaria, aunque en ocasiones el colorido de sus prendas pueda sorprender. Por ejemplo, la escena de la imagen, en la que dos mujeres musulmanas pasean por la Gran Vía de Bilbao.