Con una pista facilitada por el lector Mikel Garamendi.
Isidro Mendiluce vive en el Casco Viejo de Bilbao, concretamente en la calle Prim, y no necesita despertador. Al menos, desde hace dos años. Cada mañana, las máquinas que trabajan en la vaguada de Dolaretxe lo despiertan a las ocho en punto. «Sabíamos que las obras iban a durar mucho, pero ¿tanto y con tanto ruido?», se queja, aunque sin perder el humor.
Isidro es jubilado y, al fin y al cabo, echa siesta. Otros, como Mikel, vecino del barrio de La Cruz, lo tienen peor, ya que trabaja hasta altas horas de la noche y por la mañana agradecería el descanso habitual de esta zona.
Pero las máquinas no paran. Desde hace casi dos años han extraído cientos de toneladas de tierra. Allí donde antes había un solar descuidado, aunque con variedades apreciadas de árboles (manzanos, cerezos, perales, una palmera que ha sido trasplantada) ahora se levantan garajes y viviendas. Se trataba del último espacio virgen del Casco Viejo.
Conexión con Begoña
En concreto, habrá 139 pisos libres y 623 aparcamientos. El proyecto preveía el final de las obras para principios de 2008, pero será difícil que se cumplan estos planes, ya que el Ayuntamiento anunció que las obras de urbanización se prolongarían durante un año; sin embargo, casi 24 meses después todavía no han comenzado los trabajos de edificación.
La actuación está dirigida por la sociedad municipal de rehabilitación urbanística, Surbisa, aunque es la iniciativa privada la que financia todo el proyecto.
Una vez que los garajes y las casas estén construidas, como colofón el proyecto incluye un área de 15.000 metros cuadrados de zonas verdes y espacio libre. Y, mediante una larga hilera de escaleras, el Casco Viejo a través de la calle Prim quedará conectado con esta zona de Begoña.
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Zorroza no duerme por la A-8
Hace unos días, vecinos de dos edificios de Miribilla y San Adrián recibían una grata noticia. Los jueces les han dado la razón y la Diputación les tendrá que indemnizar por los ruidos que genera el tráfico del acceso a Bilbao por Miraflores. Ahora, vecinos de Zorroza, que viven a escasos metros de la autopista A-8, (junto a las llamadas curvas de Zorroza) pretenden coger el testigo. Hace 17 años, en 1990 se dirigieron a la Diputación para que solucionara su problema. «Los coches pasan al lado de nuestras ventanas, a sólo tres metros, y el ruido es ensordecedor», denuncian. Pero ni se han puesto barreras protectoras ni nada que se le parezca. Por ello, los vecinos afectados (alrededor de cien) han vuelto a dirigirse a la entidad foral. «¿Hay vecinos que tienen más derechos que otros?», se preguntan.
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