El escritor chileno —y desde 2010, español— Jorge Edwards regresa este verano a Santander para participar en los encuentros que organiza la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en la capital cántabra entre junio y septiembre.

Este año, la excusa lleva el título de 'Diálogos con Jorge Edwards', un encuentro que tendrá lugar entre el 21 y el 23 de julio y en el que participarán, entre otros, los escritores Juan José Armas Marcelo y Fernando Iwasaki, el pintor Eduardo Arroyo o los profesores universitarios Eva Valcárcel (Universidad de la Coruña) y Niall Binns (Universidad Complutense de Madrid).

Edwards (Santiago de Chile, 1931), Premio Cervantes en 1999 y diplomático en países como Francia y Cuba, ha afirmado este miércoles durante la presentación de estos encuentros que a pesar de su trayectoria política, ha sido "fiel a la literatura" durante toda su vida.

Su actividad como escritor, por la que ha recibido reconocimientos como el Premio Nacional de Literatura en 1994 o el nombramiento como Caballero de la Orden de las Artes y Letras en Francia en 1985, se mantiene intacta, según ha indicado, y de hecho prepara para los próximos meses la publicación de su próxima novela.

El relato, que está ultimando y que podría salir a la luz después del próximo verano, aborda la historia de María Edwards, miembro de la familia del escritor chileno y miembro de la resistencia francesa, condecorada con la Legión de Honor por su labor humanitaria durante la ocupación nazi en Francia.

Según ha explicado el escritor, tras instalarse en París decidió ayudar en un hospital en el que miembros de la Gestapo identificaban a las mujeres judías que acudían a dar a luz y, junto a sus hijos recién nacidos, las llevaban a los campos de concentración.

Para evitar la muerte de esos bebés, María Edwards decidió sedar a los bebés y esconderlos bajo su capa para evitar que tuvieran un destino negro. En total, llegó a salvar a cerca de 40 niños, a los cuales mantuvo con sus ingresos, motivo por el que terminó sus días arruinada.

En palabras de Jorge Edwards, el proceso de escritura ha sido casi tan emocionante como la propia historia, ya que se ha reencontrado con alguno de esos niños y ha profundizado aún más en la figura de María Edwards.