España: donde el euroesceptiscismo creciente no tiene representante en las urnas

  • España es, de momento, una isla en medio de la marejada de partidos antieuropeos que sufre la UE.
  • Los casos de Reino Unido y Francia no han tenido imitadores en España.
  • El Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia y el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), de Nigel Farage, son dos casos muy conocidos.
  • La confianza en Europa ha bajado en España, pero de momento no hay fuerzas políticas que traduzcan ese descontento en apoyo en las urnas.
  • Siete de cada 10 votantes en España depositarán su papeleta en 'clave nacional' más que pensando en el contexto europeo, indicaba el CIS.
Varias personas caminan junto a la decoración sobre las elecciones al Parlamento europea en Bruselas.
Varias personas caminan junto a la decoración sobre las elecciones al Parlamento europea en Bruselas.
EFE
Varias personas caminan junto a la decoración sobre las elecciones al Parlamento europea en Bruselas.

Euroescépticos haberlos, haylos pero, o prefieren quedarse en casa y no votar o están agazapados en las diferentes opciones políticas tradicionales. España es, de momento, una isla en medio de la marejada de partidos antieuropeos que sufre la UE y con más intensidad países como el Reino Unido y Francia.

Y es que en Europa han saltado todas las alarmas. El proyecto europeo no ilusiona e incluso provoca rechazo y, además de la elevada abstención, todas las encuestas apuntan a un repunte histórico de los partidos euroescépticos o directamente eurófobos en el continente.

El Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia y el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), de Nigel Farage, son quizás los dos casos más conocidos, pero hay más partidos de raíz populista, críticos con las instituciones comunitarias o de ideología radical con fuerte crecimiento en Europa.

Incluso en Alemania, donde este fenómeno es nuevo, los euroescépticos ganan terreno y Alternativa por Alemania espera obtener un 5% de los sufragios con su mensaje en contra de la inmigración y partidario de sacar del euro a los países periféricos.

Abstención: escalada imparable

Además del apoyo a estas formaciones, la abstención mantiene una escalada imparable.

Si en 1979 votaron en las elecciones al Parlamento Europeo casi un 62% de los ciudadanos de la UE, en 2009 la participación se quedó en un exiguo 43%, y para este domingo todos los sondeos apuntan a una abstención cercana al 60%.

Desinterés por la UE

España no es una excepción en el panorama de descrédito de las instituciones comunitarias pero, de momento, ninguna formación política ha conseguido aunar ese sentimiento de desánimo y de falta de confianza en el futuro de la unión.

Así lo refleja por ejemplo la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que pone negro sobre blanco el escaso interés de los españoles por lo que se cuece en Europa.

Más de la mitad de los españoles escucha con apatía las noticias que les llegan de Bruselas y seis de cada diez reconoce estar poco o nada informado de los asuntos relacionados con la UE.

De hecho, muy pocos españoles (un 16,9%) sabían que este domingo había elecciones al Parlamento Europeo, a pesar de que son inmensa mayoría (83%) los que admiten que las decisiones que se toman en la UE afectan a su vida diaria.

Pese a esto, casi el 70% de los encuestados reconoce que el 25 de mayo votará en clave nacional, pensando en la situación actual de España más que en los asuntos relacionados con Europa.

A ello se suma que un nada desdeñable 30% de los encuestados cree que España ha salido más bien perjudicada de su integración en las instituciones comunitarias y hasta un 20% se declara "algo", "bastante" o "muy" en contra de la UE. Ahí es nada.

Ese 20% de españoles euroescépticos es prácticamente el mismo porcentaje de votos que esperan obtener los partidos de aire populista y anti-UE que sí triunfan en algunos países europeos.

El auge de estas opciones tiene en un manojo de nervios a buena parte de la clase política "tradicional" del continente, que ve amenazada su hegemonía en el Parlamento Europeo y, si nadie lo impide, en sus propios Estados.

Aunque España parece inmune a este fenómeno y de momento no ha aparecido ninguna formación que apueste por un discurso abiertamente antieuropeo, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ya ha mostrado su preocupación por el empuje imparable de estas formaciones. La semana pasada, Rajoy advertía de que "más que nunca" se necesitan fuerzas políticas europeístas, porque, de lo contrario, "los populismos, los eurófobos o las fuerzas políticas disgregadoras" pueden poner en peligro la salida de la crisis.

Preocupación expresada también por el líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, que alertaba al propio Rajoy en el Congreso del crecimiento del populismo y la xenofobia en Europa.

Una situación que la cabeza de lista socialista, Elena Valenciano, achaca a la propia derecha europea que, según su visión, se ha equivocado en el diagnóstico de la crisis, en el tratamiento y en la dosis de medicamento aplicado por la troika.

En este tsunami de euroescepticismo, España parece que se mantiene al margen, al menos de momento. La incógnita es conocer si seguirá igual a partir de este domingo.

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