Steve McCurry, 30 años de amor incondicional hacia Afganistán

  • El autor en 1984 del mítico retrato "Niña afgana" selecciona una antología de las fotos que demuestran su pasión por un país "desgarrado y lleno de belleza".
  • Fue por primera vez a la nación de Asia Central en 1978, siguió la guerra contra la URSS, el régimen talibán y la invasión de los aliados.
  • Su secreto es buscar el "momento de descuido" en que las personas "permiten que asome el alma esencial atrapada en un paisaje más amplio, la condición humana".
Un hombre en el interior de una mezquita en Bamiyan, retratado por Steve McCurry
Un hombre en el interior de una mezquita en Bamiyan, retratado por Steve McCurry
© Steve McCurry/ Magnum Photos
Un hombre en el interior de una mezquita en Bamiyan, retratado por Steve McCurry

Steve McCurry (EE UU, 1950) ha consagrado toda su carrera a la fotografía de Asia y los asiáticos, pero aunque no le queda rincón alguno por pisar del gran continente, su carrera será recordada por la apasionada relación que mantuvo durante más de treinta años con un solo país: el torturado, convulso y hermoso Afganistán. El veterano reportero selecciona ahora las mejores fotos de esa relación de amor incondicional.

Steve McCurry Afganistan (El Afganistán de Steve McCurry), desde el 12 de mayo hasta el 7 de junio en la galería londinense Beetles+Huxley, reúne 40 fotos tomadas por el estadounidense en un territorio que, como él mismo sostiene, lleva parejo la "belleza" y el "desgarro", sobre todo desde 1978, cuando el país fue invadido por el Ejército Rojo de la URSS —la guerra de casi una década concluyó con 1,5 millones de civiles muertos y 5 millones de personas desplazadas—, hasta hoy, cuando, catorce años después de la llegada de la coalición militar internacional encabezada por los EE UU tras el 11-S, los muertos civiles rondan los 20.000 y los militares los 3.500.

Una niña asustada

Para el fotógrafo todo empezó por casualidad un día de junio de 1978, cuando visitaba un campamento de refugiados afganos en Pakistán e hizo el retrato de una asustada niña de 12 años de profundos ojos de color aguamarina. La foto, conocida como Niña afgana, fue portada de National Geographic y se convirtió, como alguien dijo, en la Mona Lisa del Tercer Mundo.

McCurry, que ni siquiera había pedido permiso a la muchacha para hacer el retrato, no se quedó ni con el nombre de la modelo. En 1985 acompañó a un equipo de la revista para intentar localizarla y lo consiguieron. Se supo entonces que se llamaba Sharbat Gula, pertenecía a la etnia pastún y nunca había sido retratada hasta aquel momento de 1978.

"Encrucijada cultural"

En la mirada clarísima de la cría, McCurry encontró, con el paso del tiempo, las razones que explican el lugar de "encrucijada cultural" que ocupa Afganistán, donde no es extraño encontrar personas que podrían parecer europeas dados los efectos de las sucesivas invasiones y migraciones que pasaron por el país. También comenzó a aprender el secreto para obtener buenos retratos: buscar el "momento de descuido" en que las personas "permiten que asome el alma esencial atrapada en un paisaje más amplio, la condición humana".

La exposición de Londres muestra los "grandes contrastes" de Afganistán: caravanas que podrían pertenecer a otro siglo y niños-soldado en lucha contra la ocupación de la URSS; muyahidines jugando en un campamento o rezando con la mirada puesta en La Meca; pequeños cultivadores de adormideras de cuya savia se obtendrá heroína y pueblos ajenos al tiempo...

Afganistán, dicen los organizadores de la exposición, ha sido "un tema recurrente" para McCurry, pero también una profesión de fe. "En el país ha vivido con el pueblo afgano los conflictos, tanto militares como civiles, y documentado la cultura y el paisaje increíblemente variado". La exposición, con fotos anteriores y posteriores a la invasión de 2001, quiere ser "un homenaje a la fotografía de un periodista legendario y una celebración de su constante dedicación a un país y sus habitantes".

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