Este impuesto, cuya recaudación supone prácticamente la mitad de los recursos de los municipios, se presta también a sus políticas de recompensa y castigo, ya que puede aplicar bonificaciones y gravámenes.
La ley establece reducciones entre el 50 y el 90% para inmuebles en construcción y bonificaciones de un 50% para los distintos tipos de viviendas protegidas.
Qué suma y qué resta
Algunos ayuntamientos contemplan reducciones hasta del 50% en el IBI para aquellos edificios de uso residencial que hayan realizado instalaciones de aprovechamiento de energía solar para calefacción y agua caliente. Las familias numerosas también se benefician de reducciones en muchos municipios, dependiendo del número de hijos.
Los gravámenes llegan principalmente en forma de recargo a inmuebles desocupados permanentemente, algo que ya se aplica en Barcelona y Zaragoza y que se está estudiando en varias localidades del País Vasco.
También se contempla una exención total del pago de este impuesto para los inmuebles públicos, los pertenecientes a Iglesia católica y los de cualquier entidad reconocida como de utilidad pública.
Hasta el doble, según la ciudad
El importe del IBI varía según el municipio, a veces de forma considerable. Un estudio de Consumer revela que por un piso de 100 metros se pagan 511 euros anuales en Barcelona, mientras que en Madrid abonan 255 euros. En Sevilla, Bilbao y A Coruña pagan una cuota de IBI intermedia, entre 270 y 260 euros, mientras que por debajo de los 250 se sitúan Alicante, Zaragoza, Córdoba, Valladolid, Málaga y Valencia. En Granada y Murcia el IBI cuesta menos de 200 euros.
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