«Trabajé 28 años en un ultramarinos. Vendíamos garbanzos, lentejas, sardinas, jabón... Antes fui labrador en Vegas de Matute (Segovia). Ahora estoy jubilado». José pasa todas las mañanas en un banco junto a otros como él. Conversan hasta la hora de comer.«Llevo bien la jubilación. Voy tirando con los 690 euros que me dan. Sin la ayuda de mis hijas, no sería suficiente. Pero no me duele nada, que es lo mejor que hay». Al mediodía, su mujer le espera con la mesa puesta. Luego, José se echa la siesta y vuelve a reunirse con sus amigos. No piensa en lujos, el único entretenimiento extraordinario es el cine: «Iba al Capitol porque los martes costaba un euro para jubilados, pero nos lo quitan a final de mes, el día 28. No puedo pagar siete por una entrada: tengo que comer, pagar luz, agua, gas... No me permito caprichos. Llevo 44 años en Madrid y nunca he ido a cenar de restaurante».