La capital de la vanguardia

Berlín, símbolo de la guerra fría, ha resurgido para convertirse en la ciudad más vibrante de Europa.
La modernidad se palpa en toda la ciudad. En la foto, la zona de la Postdamer Platz.(Alessia Dolci)
La modernidad se palpa en toda la ciudad. En la foto, la zona de la Postdamer Platz.(Alessia Dolci)
La modernidad se palpa en toda la ciudad. En la foto, la zona de la Postdamer Platz.(Alessia Dolci)
Berlín, la única capital del mundo que estuvo dividida por un muro, es una ciudad con dos rostros. El este tiene los trazos de las urbes soviéticas, de amplias avenidas y edificios funcionales, en contraste con el oeste, que cuenta con los rascacielos típicos de las ciudades capitalistas. Esta curiosa mezcla ha hecho que la capital germana tenga una personalidad singular. 

Conocer su historia es imprescindible para entenderla. No dejó de sangrar durante el siglo pasado. Primero fue la segunda guerra mundial (1939-45), tras la que quedó reducida a cenizas, y luego el muro, símbolo de la guerra fría, que desde 1961 hasta 1989 dividió a miles de familias. Unas quedaron en el este soviético y otras en el oeste capitalista. Al desintegrarse la URSS, el muro cayó y Berlín cerró su herida. Logró resurgir hasta convertirse en la capital más moderna de Europa. La vanguardia en el arte se concentra allí. El Reischtag (parlamento alemán), reconstruido por Norman Foster, y la Potsdamer Platz, donde se celebra la Berlinale de cine, son ejemplos de ese nuevo aire, reflejado también en la música y el cine.

Del este al oeste

Para sentir el pulso de la ciudad hay que dar una vuelta por su pulmón verde, el parque Tiergarten, donde los berlineses disfrutan de su tiempo libre. Luego, pasear a la orilla del río Spree, la zona más antigua de la ciudad, donde se levantan edificios barrocos y neoclásicos, como la universidad Humboldt o el museo de Permagon. Es imprescindible conocer el Checkpoint Charlie, paso fronterizo entre el este y el oeste, y observar las partes de muro, testigo de miles de historias, que aún se conservan. Además, merece la pena conocer dos de los iconos de la ciudad: la Alexanderplatz, la plaza del pirulí, símbolo de la Alemania del este, y la neoclasicista puerta de Brademburgo.

Cuna de la música techno

La cultura rave y el techno europeo nacen en Berlín con la celebración, desde 1989, de la Love Parade, que reúne a más de un millón de personas. Su vida nocturna es vibrante, además de económica. Se puede empezar la noche con una cerveza en el Tacheles y terminarla en las discos Panorama o Kaffee Burger. Berlín también está de moda entre los famosos. Brad Pitt y Angelina Jolie compraron recientemente una casa en la Alexanderplatz.

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