Los tradicionales "quiñones" de Villabrágima (Valladolid) podrían tener la clave para recuperar y consolidar el padrón

La localidad vallisoletana de Villabrágima conserva aún la tradición de los "quiñones", tierras que se ceden a los empadronados para su cultivo que podrían ser ahora la clave para recuperar población censada, para lo que el Ayuntamiento estudia la posibilidad de cambiar las ordenanzas que rigen actualmente esta tradición.
Vista de algunos de los terrenos que conforman "quiñones" de Villabrágima
Vista de algunos de los terrenos que conforman "quiñones" de Villabrágima
EUROPA PRESS
Vista de algunos de los terrenos que conforman "quiñones" de Villabrágima

La localidad vallisoletana de Villabrágima conserva aún la tradición de los "quiñones", tierras que se ceden a los empadronados para su cultivo que podrían ser ahora la clave para recuperar población censada, para lo que el Ayuntamiento estudia la posibilidad de cambiar las ordenanzas que rigen actualmente esta tradición.

Los "quiñones" son parcelas de terreno de 2,5 hectáreas que el Ayuntamiento reparte a los empadronados mayores de 25 años, de por vida, a cambio de un canon de 20 euros anual que representa el "pan del palacio", es decir, las rentas anuales que los campesinos pagaban a los señores de la tierra en el siglo XV.

El reparto del "quiñón", o dos medios "quiñones", se realiza en la actualidad a los mayores de 25 años empadronados, que residan de forma continuada en la localidad, o a aquellas personas mayores de 30 años que aún sin ser naturales de Villabrágima lleven más de seis años empadronados y vivan en la Villa. De la misma forma, se entregan estas tierras a quienes vivan en la localidad pero tengan su trabajo fuera del municipio o los naturales de la localidad que, viviendo y trabajando en el pueblo, tengan su trabajo fuera del municipio.

Sin embargo, la ausencia de la Villa durante más de tres meses, impago de las cuotas o deudas con el Ayuntamiento relativas a arrendamiento de fincas rústicas pueden suponer la pérdida de los "quiñones", que se sortean en el Consistorio y los sobrantes se arriendan mediante subasta a pliego cerrado.

Actualmente se reparten alrededor de 500 quiñones con una superficie de unas 1.250 hectáreas, todas ellas de secano, ya que las de regadío se sacan a subasta cada cinco años.

Consolidar el padrón

Al contar con esta tradición, que puede suponer un atractivo de la localidad, el Ayuntamiento se plantea ahora modificar las ordenanzas por otras "más objetivas" que incentiven que la gente no se vaya o no se empadrone en otro municipio, ha explicado en declaraciones a Europa Press el concejal de Cultura, Marco Antonio Sahagún.

De esta forma, se trata de que gente que esté empadronada y viva en otros pueblos, como Medina de Rioseco, pero son hijos de gente de la localidad, no pierdan los "quiñones".

Es algo que estudia la Corporación, que también quiere que sean normas más objetivas, ya que es muy difícil controlar la gente que vive o no en la localidad aunque estén empadronados y "no se trata de hacer de policías".

Pero además Sahagún considera que esto podría tener un beneficio para el pueblo en estos tiempos en los que la gente deja de vivir en el medio rural, ya que animaría a que gente que actualmente vive fuera se volviera a empadronar o que se consolidase el propio padrón municipal.

Otra ventaja, ha señalado el concejal, es que se evitarían discusiones o tensiones que a veces se generan entre los vecinos a la hora de determinar y concretar quién incumple la normativa en algunas ocasiones.

Origen en el siglo xv

Así, se trataría de aprovechar esta tradición, cuyos orígenes más remotos se trasladan hasta el siglo XIV, cuando el señorío de Villabrágima es donado a Alfonso Enríquez, momento en el que deja de ser una aldea de Tordehumos. Posteriormente, en 1447 el almirante de Castilla entregó al concejo de Villabrágica en "censo enfiteútico" los lugares de La Puebla y Represa, a los que se suma el lugar de Nuestra Señora de Cianos en 1459.

La renta anual de esas 3.250 'yugadas' era de 250 cargas (1.000 fanegas) que se abonaban el día de Santa María de septiembre.

Posteriormente, en 1745 aparecieron como herederos de los Enríquez los miembros de la casa de Monreal y durante la Primera República (1873 y 1874) se produjo un deslinde "forzado" por los de Monreal a través de su administrador Pedro Hernández.

En aquellas fechas, el pueblo seguía pagando el denominado "pan de palacio", cuyo nombre se debe a que los campesinos lo entregaban en el palacete perteneciente a los señores que hoy es la Casa Consistorial del municipio. En aquel momento era de 250 'cargas' (1.000 fanegas) de cereal, mitad de trigo, mitad de cebada, en total 21.625 kilos de cada producto.

En los años 20 y 30 del siglo XX se volvieron a producir conflictos sobre el foro y en los 50, al disminuir la población, la superficie de los quiñones se incrementó, pasando de seis a ocho iguadas.

El primitivo censo comprendería los terrenos que separan las poblaciones de Villabrágima y Medina de Rioseco, pero a través de los años se modificó de manera que tierras del foro pasaron a la masa comunal municipal, con permutaciones que, tras la concentración parcelaria efectuada en los años 60, las tierras del foro se encuentran dispersas por el término municipal, incluyendo páramos, laderas y campiña.

En 1965 el Ahyuntamiento mantuvo conversaciones con los herederos para redimir el censo y, después de varios años de conversaciones, en 1970 redimió el censo por un capital 2.250.000 pesetas (13.522 euros).

Así fue cuando las 1902 parcelas de secano y seis de regadío se agruparon en "quiñones" iguales, tras lo que en 1985 se aprobaron las ordenanzas que regían el aprovechamiento y disfrute del terreno forero de la Villa, que sustituyó a las existentes en 1958.

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